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La expansión sin control de vendedores callejeros en los alrededores del mercado de Toluca ha detonado una fuerte inconformidad entre locatarios establecidos y vecinos de la zona
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El municipio de Toluca vuelve a vivir, en plena temporada navideña, una escena recurrente de caos y descontrol. Calles saturadas, accesos bloqueados y banquetas convertidas en corredores de venta improvisados forman parte del panorama cotidiano en la zona centro.
Al respecto, Diario Basta y Edomex Hoy, pudieron constatar la situación en los alrededores de la Terminal y del Mercado Juárez, donde el comercio ambulante se ha expandido sin restricciones, desplazando al comercio formal y profundizando el malestar social.
Para los locatarios establecidos, diciembre ya no representa una oportunidad de recuperación económica, sino un periodo de sobrevivencia.
“La gente compra afuera y ya no entra al mercado. Nosotros cumplimos con permisos, pagos y reglas, pero nadie nos defiende”, señala una comerciante con más de dos décadas de antigüedad, quien admite que sus ventas han caído casi a la mitad en comparación con años anteriores.
El reclamo no es aislado. Varios vendedores coinciden en que la presencia masiva de puestos informales desvía a los clientes desde los accesos, impide el libre tránsito y genera un ambiente de tensión constante.
A ello se suma el temor a denunciar abiertamente. “Hablar trae problemas. Ya ha habido pleitos y agresiones. Mejor nos callamos”, comenta otro locatario, evidenciando el clima de intimidación que se ha normalizado en la zona.
La afectación también alcanza a vecinos del sector, quienes denuncian acumulación de basura, obstrucción de vialidades y un aumento en la sensación de inseguridad. “No es contra quien busca ganarse la vida, es contra el desorden y la falta de reglas”, expresa un habitante del área, cansado de la ocupación permanente del espacio público.
Pese a los reportes y solicitudes presentadas ante el Ayuntamiento, los afectados aseguran no haber recibido respuesta ni acciones visibles. La ausencia de operativos y la tolerancia institucional, afirman, han convertido la ilegalidad en norma y la legalidad en desventaja.
Mientras el ambulantaje sigue creciendo, comerciantes formales advierten que el riesgo ya no es solo perder ventas, sino cerrar definitivamente. La comunidad exige una intervención inmediata y sostenida que restablezca el orden, garantice equidad y devuelva certidumbre a quienes sostienen su actividad dentro de la ley. De lo contrario, el mercado formal continuará asfixiándose en silencio.