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El desmantelamiento de un automóvil frente a una escuela primaria en la comunidad de La Trinidad volvió a evidenciar el deterioro de la seguridad pública a plena luz del día y sin temor alguno
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
En Texcoco, el municipio que gobierna el edil Nazario Gutiérrez Martínez la delincuencia ya no opera en las sombras. Hoy actúa sin prisas, sin miedo y sin consecuencias, amparada por la inacción de un gobierno municipal que ha renunciado a garantizar seguridad.
El robo de autopartes registrado frente a una escuela primaria en la comunidad de La Trinidad es una muestra cruda de ese abandono.
A plena luz del día, sujetos desconocidos retiraron los faros de un vehículo estacionado sin que ninguna patrulla se presentara. Las grabaciones realizadas por vecinos muestran a los responsables actuando con absoluta calma, como si supieran que nadie los interrumpiría.
“No se esconden porque saben que aquí no pasa nada”, lamenta un padre de familia que presenció el hecho mientras llevaba a sus hijos a clases.
La indignación crece porque el robo ocurrió frente a un plantel educativo, en una zona donde diariamente transitan decenas de familias. “Ni siquiera respetan a los niños. Lo peor es que el gobierno tampoco”, reclama una vecina. El sentimiento se repite entre habitantes de la zona: temor constante, enojo acumulado y una profunda desconfianza hacia la autoridad municipal.
De acuerdo con testimonios vecinales, el robo de autopartes se ha convertido en una práctica recurrente en distintos puntos del municipio, particularmente en calles cercanas a escuelas y espacios públicos. Pese a ello, no existen patrullajes permanentes ni operativos visibles que inhiban estos delitos. La seguridad, denuncian, se maneja con discursos, no con presencia en las calles.
Tras la difusión del video, el gobierno municipal optó por el silencio. No hubo comunicados, ni anuncios de investigaciones, ni reportes de personas detenidas. Para la comunidad, esa omisión confirma lo que ya perciben desde hace tiempo: una administración rebasada, indiferente y desconectada de la realidad cotidiana.
Este caso no es un episodio aislado, sino la expresión de un fracaso político más amplio. La incapacidad para proteger el patrimonio ciudadano y garantizar condiciones mínimas de seguridad ha dejado a Texcoco en manos de la delincuencia. Mientras el delito se normaliza, el gobierno municipal se ausenta, y una comunidad dolida sigue esperando respuestas que no llegan.