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REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
En el municipio de Toluca, amanecer trajo una escena atroz que paralizó a vecinos y autoridades: los restos calcinados de un bebé recién nacido fueron localizados sobre una calle, a la vista de todos. La alerta movilizó a policías municipales y a paramédicos, quienes confirmaron que se trataba de un infante sin signos vitales, víctima de una acción deliberada que lo dejó reducido a cenizas.
De inmediato, el sitio fue cercado con cintas de seguridad. El perímetro se volvió un silencio pesado, interrumpido por radios y murmullos de consternación. Nadie se explicaba cómo una vida de horas terminó en el fuego. El Ministerio Público tomó conocimiento y activó los protocolos por homicidio, mientras se preservaban huellas, residuos y cualquier rastro que pudiera hablar por el bebé que ya no pudo hacerlo.

Minutos después arribaron peritos especializados. Con trajes protectores y guantes, realizaron un levantamiento minucioso de los restos óseos y del material circundante, documentando el punto exacto del hallazgo y la posible mecánica del crimen. Cada fragmento fue embalado como evidencia clave para determinar causas de muerte, tiempo y responsabilidad.
Hasta el cierre de esta edición no hay personas detenidas. Las autoridades ordenaron revisar exhaustivamente cámaras de videovigilancia cercanas, así como entrevistas puerta por puerta. La investigación busca reconstruir las horas previas al abandono, identificar recorridos y ubicar a quien decidió convertir una calle en escenario de una brutalidad que sacudió a toda la comunidad