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REDACCIÓN
El incesante movimiento de la Central de Abasto de Toluca quedó suspendido por segundos que parecieron eternos. Un golpe seco rompió el ruido de motores y diablitos, seguido de gritos que anunciaban una desgracia. José Luis, de 37 años, cayó de la camioneta en la que se desplazaba por uno de los pasillos principales y, casi de inmediato, otro vehículo lo embistió con brutalidad.
El conductor no frenó para auxiliar: aceleró y se perdió entre filas de bodegas y camiones.
Testigos describen una escena cruda. “Se escuchó el cuerpo azotando el suelo y luego el llanto de la gente. La sangre empezó a correr por el pavimento”, relató un cargador, aún con las manos temblorosas. Una locataria añadió que la víctima quedó boca arriba, con la ropa desgarrada y un charco oscuro extendiéndose bajo su espalda, mientras algunos intentaban inútilmente detener la hemorragia.
El cuerpo quedó tendido cerca de la capilla del mercado, en un punto donde a diario transitan familias y trabajadores. Paramédicos confirmaron que ya no tenía signos vitales. Minutos después arribaron policías municipales y personal de seguridad privada para acordonar el área, colocando cinta amarilla alrededor de la escena manchada de sangre.
Familiares del fallecido llegaron para identificarlo entre sollozos, enfrentándose al impacto de verlo cubierto con una sábana. Peritos ministeriales realizaron el levantamiento del cuerpo y recabaron indicios en el asfalto, mientras surgía la pregunta central: ¿la muerte fue consecuencia de la caída o del atropellamiento?
La investigación quedó en manos de la Fiscalía, que busca al conductor prófugo. En los pasillos de la Central, el murmullo persistía: la tragedia recordó que, en el corazón que abastece a la ciudad, un descuido y la impunidad pueden costar la vida.