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Recuperan cuerpos tras horror aéreo… Un viaje de placer terminó en una pesadilla de acero y fuego

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La Fiscalía General de Justicia del Estado de México confirmó la identificación de las víctimas del desplome del jet Cessna en Toluca

REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN

El amanecer en la zona industrial del municipio de Toluca no logró borrar el horror. Entre láminas calcinadas, restos retorcidos de metal y manchas oscuras adheridas al pavimento, los cuerpos de rescate concluyeron la recuperación de las diez víctimas que murieron al desplomarse el jet Cessna, reducido a chatarra tras el impacto y el incendio que lo consumió por completo la tarde del lunes.

La escena fue descrita por testigos como un infierno abierto. “Primero escuchamos un rugido muy fuerte, como si algo se partiera en el aire, y luego vino la explosión. El suelo tembló y todo se llenó de fuego”, relató Ernesto, trabajador de una nave cercana. “Cuando el humo empezó a disiparse, vimos pedazos del avión y restos humanos. Había sangre mezclada con combustible, era imposible acercarse”.

El choque contra una bodega vacía provocó que el fuselaje se fragmentara, lanzando escombros y restos corporales en distintas direcciones. Zapatos, mochilas y fragmentos de ropa quedaron esparcidos entre charcos ennegrecidos por el fuego.

Vecinos que se acercaron antes del acordonamiento aseguran que el olor era penetrante y difícil de describir. “No era solo plástico quemado, era algo más fuerte, algo que se te queda en la garganta”, dijo una mujer visiblemente afectada.

Las víctimas, ahora con nombre y apellido, conforman un retrato familiar devastador: Juan Carlos (61) y Walding (72), los pilotos; Olga (60); Raúl (60); Gustavo (50); Ilse (32); otro Raúl (31); Ximena, de solo 9 años; Raúl, de 4; y Natalia, la más pequeña, de apenas 2 años. Habían disfrutado de unos días de vacaciones en Acapulco y emprendían el regreso a casa. Minutos antes de las 12:31 horas, su llamada de auxilio a la torre de control anunció la tragedia: la aeronave se desplomaba sin remedio.

El impacto contra la bodega vacía fue tan violento que el fuselaje estalló en mil fragmentos filosos, esparciendo un rastro macabro de pertenencias personales y restos humanos en un radio de decenas de metros. “Encontraron un zapato infantil, lejos del epicentro. Y pedazos de tela que podrían ser de ropa… Es una imagen que no se borra”, comenta en voz baja una mujer que vive a dos calles, tapándose la nariz como si aún percibiera el hedor.

Entre los hierros retorcidos que fueron un jet, peritos de la Agencia Federal de Aviación Civil y la FGR rastrean, con pinzas y bolsas de evidencia, la razón por la cual un vuelo rutinario se convirtió en una lluvia de muerte sobre San Pedro Totoltepec. Para las familias de los diez fallecidos, la espera por respuestas apenas comienza, mientras cargan con el peso de un regreso a casa que nunca se completó.

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