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- Indica que deben analizarse los alcances del decreto presidencial
- Dijo que se pueden tener elecciones eficientes sin tanta burocracia
- Condena la presidenta las agresiones en el Congreso capitalino
Juan R. Hernández
Ciudad de México.- La mañana en Palacio Nacional arrancó con un tono grave, casi quirúrgico. Desde Washington había llegado un decreto cargado de simbolismo y tensión: Donald Trump decidió catalogar al fentanilo como un arma de destrucción masiva. En ese contexto, la presidenta Claudia Sheinbaum tomó la palabra con cautela, subrayando que no todo es blanco o negro. “Hay que analizar los alcances”, dijo, marcando una línea clara entre lo que es una iniciativa de reforma legal y lo que corresponde a un decreto presidencial.
La advertencia no era menor: el fentanilo, demonizado en el discurso político, también tiene un uso médico legítimo como anestésico, y cualquier decisión arrastra consecuencias más allá del combate al crimen.
Sheinbaum llevó la conversación a un terreno que conoce bien y que ha defendido como eje de su gobierno: las causas. Perseguir a quienes fabrican y distribuyen drogas es necesario, reconoció, pero insuficiente. El problema —insistió— es más profundo. “Si no se atienden las causas, será fentanilo u otra droga”, advirtió. En su diagnóstico aparecieron palabras que rara vez ocupan titulares espectaculares: salud mental, desapego, educación, familia, valores. Jóvenes que buscan escapar de su realidad, no por maldad, sino por vacío.
El ritmo de la conferencia cambió cuando se le preguntó por la política partidista. Sobre la designación de Francisco García Cabeza de Vaca como representante del PAN para América del Norte, la presidenta optó por el silencio político: “Sin comentarios, que ellos expliquen”. Breve, seco, sin espacio para la polémica.
Más adelante, el foco regresó a la institucionalidad. Sheinbaum se comprometió a analizar la propuesta entregada por autoridades electorales sobre la permanencia de los Oples, aunque dejó clara su postura: “no se requiere tanta burocracia para poder realizar las elecciones”. Habló de duplicidades, de funciones que se traslapan con el INE y de una revisión que apenas comienza, sin una propuesta cerrada, pero con la promesa de escuchar todas las voces.
El cierre volvió al tono de llamado ético. La presidenta condenó la gresca ocurrida en el Congreso de la Ciudad de México. “Está mal que se llegue a este espectáculo”, dijo, con firmeza. Recordó que la protesta es legítima, incluso la toma de tribuna, pero la violencia no. Desde Palacio Nacional, el mensaje fue directo: el desacuerdo no justifica los golpes. En una mañana marcada por decretos, drogas y disputas políticas, Sheinbaum intentó colocar una idea central: sin atender el fondo de los problemas, todo lo demás es apenas ruido.