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Por Eduardo López Betancourt
Ha resultado por demás impactante el triunfo del candidato de la derecha más recalcitrante en Chile, un país integrado por ciudadanos con un elevado nivel cultural, circunstancia que sin duda les permite emitir su voto con pleno conocimiento de causa. Es decir, en este contexto no opera el manejo de multitudes desinformadas ni, mucho menos, la emisión del sufragio bajo simples consignas.
José Antonio Kast, abogado de perfil claramente reaccionario y ultraconservador, cercano a los sesenta años de edad, arrasó en la segunda vuelta electoral celebrada el pasado domingo 14 de diciembre. Se impuso a Jeannett Jara, candidata de orientación comunista y representante de los partidos de izquierda.
A Kast se le considera afín a la dictadura de Augusto Pinochet, lo que vuelve su triunfo particularmente alarmante. El resultado no dejó lugar a dudas: obtuvo el 58 % de los sufragios. Su planteamiento político resulta sumamente radical; entre sus primeras propuestas destaca la deportación de aproximadamente 350 mil migrantes indocumentados, en su mayoría venezolanos, así como una ofensiva frontal contra la criminalidad.
Durante las celebraciones posteriores a su victoria, numerosos simpatizantes exhibieron mantas y retratos de Augusto Pinochet. El propio candidato ha defendido abiertamente la dictadura militar e incluso ha declarado que votaría por Pinochet si aún viviera.
Insistimos: los chilenos, en general, son ciudadanos que valoran su voto, y resulta evidente que los partidos de izquierda no han logrado convencerlos.
Cabe señalar que un fenómeno similar se ha presentado en Argentina, donde el jefe de Estado es un conservador de fuerte presencia política, Javier Milei, quien representa una ruptura con los gobiernos de origen peronista. Otro caso relevante es el de Rodrigo Paz en Bolivia, quien puso fin a los gobiernos socialistas, así como Nayib Bukele en El Salvador, Daniel Noboa en Ecuador y José Jerí en el Perú, líderes de derecha que actualmente gobiernan en sus respectivos países.
Es evidente que la izquierda está siendo desplazada en el Cono Sur, circunstancia que favorecerá de manera significativa al gobierno de los Estados Unidos, pues sin lugar a dudas estos gobiernos tenderán a convertirse en sus aliados.
