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Por Lengua larga
Dicen en los pasillos de la Miguel Hidalgo que Altagracia Méndez, concejal del PRI, anda más desatada que nunca… y no precisamente trabajando. No, no, no. La señora anda dedicada a su deporte favorito: hablar pestes de sus propios compañeros, empezando por el nepobaby mayor de la zona, Juan Pablo Viggiano, al que cada que puede le tira con más gusto que precisión.
Pero que no se emocionen, porque el veneno de Altagracia no discrimina: reparte parejo dentro del tricolor. Y todo por un berrinche tamaño CETRAM. Resulta que la concejal sigue ardida porque Israel Betanzos, presidente del PRI en la CDMX, simplemente no se dignó a aparecer en su supuesto “informe de actividades”, un evento que —según quienes asistieron por compromiso— parecía más un collage mal hecho de lo poquito que medio hace en la demarcación. Un PowerPoint con patas, pues.
Y es que la señora carga una envidia profesional que ya es leyenda urbana. Tan falta de ideas anda, que le copia a los demás concejales hasta la forma de respirar. De repente, mágicamente, cada vez que alguien propone algo, a la semana ya aparece Altagracia presumiéndolo como si fuera invento suyo. Pero lo que más risa da es que anda presumiendo informes como si fuera pionera, cuando la realidad es que llegó tarde a la moda.
Porque aquí sí hay que decir las cosas como son: el primero que se animó a rendir informe en la Miguel Hidalgo fue Óscar Munguía, del PRD, hace CUATRO años. Él sí abrió camino, sí puso el ejemplo y sí tenía trabajo qué mostrar. No como esta copia barata de temporada que ahora quiere adjudicarse una tradición que solo conoció porque la vio en el Facebook de otros.
Y mientras Altagracia llora en su oficina por la falta de reflectores, corre el chisme de que la concejal presume tantas nóminas de Jefes de Unidad Departamental como si fueran estampitas del Mundial. No es secreto que se las dieron para callarle la boca, porque ya se había convertido en un dolor de muelas para el mismísimo alcalde Mauricio Tabe, que ya no sabía si mandarle flores, un calmante… o una cita con Recursos Humanos.
Lo cierto es que en Miguel Hidalgo todos se preguntan lo mismo:
¿Cuándo trabaja Altagracia? Porque hablar, hablar habla…
Pero resultados, lo que se dice resultados… nomás no llegan.