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Hoy la presidenta Sheinbaum convocó a una concentración masiva en el Zócalo de la capital.
Es, desde luego, un llamado de arropamiento.
Pero no solo eso. Es más cosas.
La concentración de esta mañana sintetiza dos objetivos centrales: por un lado, defiende el legado de López Obrador. Y es que se trata de celebrar el séptimo aniversario de la 4T, una efeméride que le permitirá a la Presidenta presentarse como lo que es: la legítima heredera y garante de las políticas impulsadas por AMLO.
¿Y cuáles son esos estándares? La lucha contra la corrupción, la desigualdad y los privilegios.
Por otro lado, se trata de respaldar al gobierno de la primera mandataria.
Y es que, de una u otra forma, el evento es una medición de fuerza que busca proyectar una imagen de unidad y apoyo masivo a la Presidenta en su primer año, un periodo donde ha enfrentado constantes desafíos en los ámbitos legislativo,
judicial y en la política exterior.
La concentración tiene el fin de demostrar que la base social del movimiento cuatroteísta sigue siendo sólida.
Me entusiasma participar en este evento. ¿Y sabe por qué? Porque al celebrar los siete años de un proyecto basado en la lucha contra los privilegios, el gobierno de Sheinbaum refuerza su compromiso de representar al pueblo y a los desfavorecidos, en contraposición a la derecha que paga millones a influencers, youtubers, “periodistas” y comentócratas de toda laya.
Ahora bien, no se trata de encabezar un simple mitin; el objetivo es realizar demostración estratégica de poder político y, al mismo tiempo, ofrecer una estampa de Sheinbaum que la vincule como una presidenta sensible a los problemas de la nación.
El hecho de que esta sea la segunda concentración masiva convocada por la presidenta Sheinbaum, siendo la primera contra la imposición de aranceles por Donald Trump, establece un patrón: el Zócalo se utiliza no solo para celebrar, sino también como herramienta de presión y respuesta ante amenazas externas (Trump) o internas (la oposición).
¡Y eso lo sabe Claudia Sheinbaum!