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REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La ciclovía instalada sobre la avenida de Isidro Fabela, en el municipio de Toluca, anunciada inicialmente como un paso hacia una movilidad moderna y más humana, ha terminado convertida en un corredor saturado y caótico donde la bicicleta es la que menos espacio tiene.
A lo largo del tramo que conecta el Mercado Juárez con la Terminal de Autobuses, basta una mirada para notar que la obra se encuentra plagada de puestos semifijos, autos estacionados sobre el carril destinado a ciclistas y tramos que permanecen inconclusos desde su inauguración parcial.
Para quienes circulan diariamente por la zona, la situación dejó de ser una molestia para transformarse en un problema permanente.
“Aquí ya nadie sabe quién tiene preferencia. Los coches se meten a la ciclovía, los ambulantes tapan los pasos y, si uno reclama, lo mandan a volar”, relata don Esteban, conductor de transporte público desde hace dos décadas.
La reducción de carriles ha generado embudos constantes y trayectos que solían durar minutos ahora se extienden hasta media hora.
Vecinos y comerciantes también cargan con las consecuencias, pues entre el ruido, el tránsito detenido y la invasión del espacio público, el proyecto que debía mejorar el orden terminó por romperlo. “Prometieron una avenida más fluida y segura, pero lo que nos dejaron es un cuello de botella diario. Los niños no pueden cruzar, los carros se suben a las banquetas y la ciclovía es un adorno lleno de basura”, comenta Adriana, integrante de un comité vecinal cercano.
El ambulantaje, que encontró en la ciclovía un espacio fértil para expandirse, ha sido uno de los puntos más señalados por transportistas y residentes, quienes acusan que la autoridad ha permitido la instalación indiscriminada de puestos sin ningún criterio de convivencia urbana.
