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Sin pena ni gloria

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Por Lengua larga

En Azcapotzalco la cosa ya no está en modo gobierno… está en modo reality show barato, de esos que uno ve para reírse, no para confiarles una alcaldía. Y al centro del escenario aparece —o más bien, desaparece— la alcaldesa Nancy Núñez, la experta en la técnica política milenaria conocida como: “si no hablo, no pasó”.

Porque claro, estalla el escándalo del funcionario César Olivares, ese exconcejal y ahora exdirector de Espacio Público y Gobierno que —según lo que se comenta— habría chocado borracho el coche oficial. Pero mientras todos buscan explicaciones, Nancy… puff, se esfumó. No dio la cara, no salió a decir nada, ni una triste declaración con fondo de plantas. Nada.

Y luego, el comunicado. Ah, el comunicado. Publicado desde la cuenta oficial de la alcaldía, sin nombres, sin detalles, sin valor, sin vergüenza… casi casi sin letras. Un boletín tan cobarde que parecía redactado por José Coronel, ah no, si lo hizo el. Porque poner el nombre César Olivares al parecer era demasiado para el valor institucional de Azcapo.

Que no se hagan: no lo pusieron porque les dio pena.

Pena ajena, propia y de la que provoca alergia.

Pero entre tanto caos, hay una excepción a la regla: la única que sí hace bien su trabajo en esa área es Azucena Narváez.

Y ahora que César Olivares se fue de retiro espiritual a Oceánica, los chintololos respiran un poco. Porque si alguien se espera que rescate el caos que dejaron, será ella… porque la alcaldesa, bueno, esa sigue en modo fantasma premium.

Lo que sí es que dicen por ahí que quien aconsejó a la alcaldesa del despido de Olivares fue el joven concejal, Blas Hernández; se asegura que el petista hace su trabajo y lo hace bien y que le está dando cátedra a los otros de como se labora.

Lengua Larga no perdona y los vecinos, tampoco.

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