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Por Eduardo López Betancourt
En diversos países hermanos de Sudamérica se ha comenzado a utilizar el término “mexicanización” para señalar que nuestro País ha exportado las prácticas criminales de los denominados cárteles. Dicho concepto pretende responsabilizarnos del aumento de la criminalidad y afirmar que, en esencia, están reproduciendo los mismos fenómenos que afectan a nuestro territorio.
En naciones como Ecuador, Perú, Bolivia y otras más, incluso a través de medios oficiales, se culpa abiertamente a México del drama que viven a causa de actividades ilícitas, particularmente las relacionadas con el narcotráfico. Lo cierto es que, en efecto, células importantes de los cárteles mexicanos ya operan en el extranjero. Hace poco, en Madrid, se difundió una noticia preocupante: se desmanteló una “oficina” en España del Cártel de Jalisco Nueva Generación. Esto evidencia que, lamentablemente, grupos delictivos mexicanos expanden sus operaciones a otras latitudes.
Sea cual sea el ángulo desde el que se analice, es indispensable adoptar medidas serias para erradicar los focos criminales presentes en nuestra Nación. Recientemente, la muerte del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, fue atribuida oficialmente a órdenes del Cártel Jalisco Nueva Generación. Preocupa que se hable de estos grupos como si se tratara de personas jurídicas “morales”, lo cual muestra su creciente dominio sobre importantes regiones del País.
En este tema no caben vacilaciones. Debemos recordar la Teoría del Derecho Penal del enemigo del Doctor Günther Jakobs, quien sostiene que los delincuentes extremadamente peligrosos no pueden ser tratados como ciudadanos sino como enemigos del orden jurídico.
La prudencia resulta insuficiente ante el grave drama de inseguridad que sufre la población, el incremento de la delincuencia y el evidente desprestigio internacional que ello genera. Bajo ningún concepto puede aceptarse que países hermanos continúen utilizando este término sumamente reprobable de la llamada “mexicanización”, atribuyendo a México fenómenos que deben comprenderse con mayor rigor y responsabilidad.