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Por Miguel García Conejo
El viernes pasado la Universidad Autónoma del Estado de México recuperó el edificio de Rectoría, el hecho que pareciera ser intrascendente, luego de que la comunidad regresó a la actividad, pone punto final a un conflicto que se extendió por poco más de 200 días; seis meses en los que la Casa de Estudio estuvo con el riesgo latente de perder el semestre.
Hasta el final permanecía el colectivo del Enjambre Estudiantil Unificado en control del inmueble, su postura que en algún momento pudo considerarse como cerrazón mostró también la convicción que tenían estos estudiantes sabedores de qué era el momento de obtener conquistas históricas para ellos, y las futuras generaciones de estudiantes.
El voto universal en el que participan por igual estudiantes, académicos y trabajadores marca un hito en la vida de la universidad, que de forma histórica había reproducido, no sólo el formato del candidato único, sino también la definición crepuscular de un grupo sucediendo la rectoría en el formato anquilosado del intercambio de estafeta.
El último compromiso con los estudiantes es lograr que la Rectoría se transforme, no sólo con la etiqueta de Casa del Estudiante, sino también consolidarla como un centro cultural que de voz a todas las manifestaciones de los estudiantes
Victoria para los jóvenes y su siempre necesaria y valorada cerrazón.
