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Por Eduardo López Betancourt
Acumuló riqueza con el PRI y PAN
Propietario de una inmensa fortuna, ha dejado una estela de dudas y, por supuesto, todo un auténtico vodevil. Este Salinas acumuló riqueza durante los últimos treinta años, bajo el amparo de los gobiernos priistas y panistas. Como sucede en muchos casos, recibió favores y construyó un imperio mediante múltiples negocios que le permitieron obtener ganancias sin precedentes.
Lo habitual en esos grandes empresarios es evitar el pago de impuestos. Se vuelven aliados de los gobernantes, reciben privilegios y, de manera irresponsable, se les cancelan adeudos millonarios. Ricardo Salinas Pliego es un personaje protagónico, agresivo y extremadamente audaz. Ahora se declara perseguido, mientras que el gobierno federal sostiene desde hace tiempo que ha evadido sus obligaciones fiscales.
Estamos convencidos de que el individuo en cuestión debe recursos a la hacienda pública y confiamos en que buscaría acuerdos, como ocurrió con administraciones pasadas. Sin embargo, el nuevo régimen ha asumido otra postura. Salinas debe pagar y no puede bajo ningún argumento considerarse víctima. El caso debe servir para demostrar un cambio real: basta ya de personajes con apellidos marcados por historias vergonzantes que negocian en lo oscurito, mientras todos los ciudadanos cumplimos con nuestras contribuciones, excepto los grandes caudillos de las finanzas nacionales.
Es momento de poner orden. Los propietarios de aviones, yates y un sinfín de beneficios fiscales deben asumir con responsabilidad la nueva actitud del gobierno. En síntesis, vale recordar el refrán: “cuando veas las barbas de tu vecino rasurar, pon las tuyas a remojar”. Así, las familias Slim, Hank González, Larrea, Servitje y Garza Sada deberán considerar la necesidad de cooperar con respeto, justicia y honradez en el cumplimiento de sus obligaciones tributarias.