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Por Lengua larga
Ay, Laurita Álvarez, ahora sí que te me andas tropezando con tu propio tacón. Resulta que anda muy indignada porque dos diputados de Morena osaron pronunciar las palabras prohibidas: “esposa de”. ¡Qué barbaridad! ¡Qué violencia política en razón de género! ¡Qué falta de respeto al esfuerzo propio!
Bueno… al “esfuerzo propio”.
Porque seamos serias, Laurita: se te olvida —muy convenientemente, diría yo— que esa curul te cayó como regalo de intercambio navideño justo después del pequeño problemita que tuvo tu esposo, el edil en Miguel Hidalgo, Mauricio Tabe, un desliz pues.
Cosas que pasan, ¿no? Un escándalo por aquí, una diputación por allá… El clásico acomodo panista estilo Jorge Romero. Pero lo más divertido de todo es verte fingir sorpresa. Como si no supieras que más de una mano azul te señala como parte de la ya famosa red de corrupción de la Benito Juárez. Esa de la que todos quieren hablar bajito, pero que ahí está, bien vivita y coleando.
Porque, corazón, no es una casualidad que justo en el último trienio de tu esposo en MH aparecieras con boleto VIP al Congreso. No. Eso no pasa ni en los cuentos de hadas. Unas panistas llevan años partiéndose la espalda, compitiendo, caminando, sudando… y nada. Pero tú, casualmente, con una firma, un escándalo y un apellido, obtuviste lo que muchas desean y pocas consiguen.
Así que, Laurita, antes de andar levantando denuncias por que te llamen “esposa de”, quizá deberías agradecer que gracias a ser “esposa de” hoy puedes tomarte la foto en la curul que, sin ese título, difícilmente habrías olido.
Y aquí entre nos… la verdadera violencia es para quienes sí se lo han ganado.
