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Jorge Gómez Naredo
@jgnaredo
La marcha que la derecha intentó vender como una expresión juvenil terminó siendo lo contrario: un ridículo que exhibió sus carencias y su incapacidad para conectar con la juventud real. La llamada “Generación Z” simplemente no llegó.
La movilización fue ideada y financiada por el PRIAN y por grupos que odian todo lo que huela a 4T. A eso se sumó un enfurecido Ricardo Salinas Pliego.
Para conseguir la atención de la juventud, la derecha hizo lo que mejor sabe hacer: gastar dinero en difundir mentiras. Contrató influencers que jamás hablan de política, infló narrativas e invirtió millones en estrategia digital. Cifras conservadoras hablan de más de 90 millones de pesos.
Ante el fracaso y el evidente desprecio de los jóvenes hacia su convocatoria, cambiaron de ruta: se fueron por la violencia. Sabían que necesitaban imágenes de caos para reforzar su narrativa de que el gobierno de Claudia Sheinbaum es autoritario. Por eso aparecieron grupos de choque. La violencia no “estalló”: la llevaron ellos. Pero la policía capitalina no cayó en la provocación: no reprimió.
Frustrados, intentaron lo de siempre: seguir mentir. Presentaron a los agresores como víctimas, sacaron imágenes de contexto y gritaron “represión”, aunque las cámaras mostraban lo contrario. TV Azteca y ADN 40, propiedad de Salinas Pliego, intentaron salvar la narrativa desde la pantalla, inventando incluso el concepto de “marcha intergeneracional” para justificar la ausencia de jóvenes.
La marcha fue un fracaso: no movilizó jóvenes y tuvo una asistencia mucho menor que otras manifestaciones organizadas por la propia derecha. Además, los exhibió como lo que hoy son: un movimiento errático, envejecido y violento.
Jorge Romero lo había adelantado hace meses: “lo que nos falta a la oposición es literalmente la violencia”. Ayer, la derecha mexicana confirmó que ése es el camino que eligió. Sin jóvenes, sin proyecto de nación y sin credibilidad, sólo exhibe su verdadero estado: desesperación pura.