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Por Eduardo López Betancourt
Recientemente se llevó a cabo una manifestación denominada Generación Z, en la que supuestamente participaron más de 17 mil personas. El hecho resulta plenamente legítimo, pues la libre expresión está consagrada en nuestra Constitución. Sin embargo, lo grave del asunto fueron los actos violentos registrados: daños a vallas, utilización de herramientas de construcción, como martillos, y otros objetos que provocaron afectaciones considerables. Además, lo más lamentable fue que varias personas resultaron heridas, entre ellas civiles y elementos policiacos.
No es la primera ocasión en que individuos con el rostro cubierto aparecen en concentraciones masivas. Estos grupos actúan de manera organizada, responden a instrucciones precisas y, sin duda, forman parte de estructuras destinadas a generar inestabilidad mediante acciones vandálicas. Lo preocupante es la evidente ausencia de inteligencia policial. Bajo ningún argumento puede aceptarse que estos hechos ocurran de manera espontánea; su presencia obedece a una planeación deliberada cuyo propósito es desacreditar las protestas. Por ello, las áreas de seguridad deberían informar quiénes integran estas células y, sobre todo, quién las dirige.
Hace décadas, el propio gobierno recurrió a estrategias similares. Surgieron entonces Los Halcones, agrupación paramilitar creada bajo el mando del Jefe del Departamento del Distrito Federal, el General Alfonso Corona del Rosal. Dicho grupo actuó de manera brutal contra una manifestación pacífica el 10 de junio de 1971, provocando la tragedia conocida como la Matanza del Jueves de Corpus o El Halconazo.
Sería sumamente preocupante que los actuales encapuchados actuaran a partir de órdenes provenientes de autoridades o de particulares con intenciones criminales. Volviendo al punto central: la inteligencia policial debe responder a este desafío. De lo contrario, mostrará su absoluta incapacidad. Se conoce dónde se reúnen estos individuos, en qué zonas se ocultan, qué vehículos utilizan y cuáles son sus rutas. Toda esa información resulta indispensable para prevenir nuevos episodios trágicos. Nuestro País requiere una corporación policial competente, preparada y equipada con herramientas tecnológicas a la altura de las demandas actuales.