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- Buscan niñas y niños indígenas preservar cultura y tradiciones
- Presentará Claudia el Plan Michoacán el próximo domingo
- Llamó la presidenta a alejar a los jóvenes de la delincuencia
Juan R. Hernández
Ciudad de México.- Hoy la conferencia matutina tuvo otro tono, otro ritmo, otra emoción. Ni cifras ni informes dominaron el Salón Tesorería, sino las risas, los nervios y la energía de más de un centenar de niñas y niños indígenas que llenaron de vida Palacio Nacional. Ataviados con trajes coloridos, huaraches y sonrisas amplias, tomaron el micrófono para hablar —sin guiones ni poses— del orgullo de pertenecer a sus pueblos, de hablar su lengua, de hacer música.
Eran los protagonistas de la Fiesta de las Culturas Comunitarias Yoltlajtoli 2025: Voces Vivas, un proyecto que busca preservar las lenguas originarias y fortalecer la identidad cultural desde la infancia.
“Hay gente que le da pena hablar en náhuatl, pero a mí me da orgullo ser de Puebla y hablar mi lengua”, dijo con firmeza una pequeña, arrancando aplausos y miradas de ternura. Otro niño, de Cherán, Michoacán, explicó a Grupo Cantón que cantar en purépecha “es de las cosas más bonitas posibles”.
Y mientras los reporteros apuntaban cada palabra, la Orquesta Monumental de PILARES, integrada por niñas y niños de Puebla, Guanajuato y Oaxaca, interpretaba melodías tradicionales que hicieron vibrar los muros de Palacio Nacional.
En medio de esta “Mañanera del Pueblo”, la presidenta Claudia Sheinbaum los escuchó atenta, sonriente, y aprovechó el momento para enviar un mensaje sobre Michoacán, donde la violencia arrebató la vida al alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. “No nos vamos a ir de Michoacán”, aseguró. “Tenemos que abrazar a los jóvenes, darles opciones con cultura, con educación, con arte. Ningún joven debe ver en la delincuencia una opción de vida”.
La mandataria adelantó que el próximo domingo presentará el Plan Michoacán por la Paz y la Justicia, enfocado en la atención a las causas: más escuelas, más deporte, más cultura, más esperanza. “Esa es la verdadera estrategia de seguridad”, subrayó.
Hoy, entre flautines, saxofones, tambores y lenguas que resisten, la cultura se impuso al miedo. Los niños —con su espontaneidad y su fuerza simbólica— recordaron que el futuro de México también se escribe en náhuatl, en purépecha, en hñähñu. Y que el arte, como dijo una de las pequeñas, “es una forma de hablar desde el corazón”.
La mañana cerró con un aplauso largo, cálido. No para los funcionarios, sino para esos pequeños que, sin proponérselo, convirtieron la conferencia presidencial en una lección de orgullo, identidad y esperanza.