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Por Eduardo López Betancourt
El Rey de los Deportes
Es indudable que uno de los deportes más atractivos es el béisbol, cuya historia atribuye su invención a Abner Doubleday, oficial del Ejército de la Unión de Estados Unidos, en Cooperstown, Nueva York, en 1839. Los mejores equipos se encuentran precisamente en ese país, donde se celebra la llamada Serie Mundial, en la que se enfrentan los campeones de las dos grandes ligas: la Nacional y la Americana.
Este año correspondió representar a la Liga Nacional al histórico equipo de Los Ángeles, los Dodgers, conjunto con una trayectoria envidiable. En 1958 se trasladaron de Brooklyn, Nueva York, a Los Ángeles, California, acumulando desde entonces nueve campeonatos y una de las aficiones más grandes y apasionadas, integrada en buena parte por seguidores de origen mexicano. Esto se debe a la destacada participación de jugadores provenientes de México, entre los que brilla la figura legendaria del pitcher Fernando Valenzuela, quien con su talento dio origen a la célebre “Fernandomanía”. Resultaría extenso detallar la estrecha relación entre los Dodgers y México desde su llegada a California, pero sin duda ha sido una de las más entrañables del deporte.
Por su parte, en la Liga Americana sobresalió el equipo canadiense Blue Jays de Toronto, institución de gran tradición que ofreció partidos intensos y llenos de dramatismo. En esta ocasión, el campeón se definió hasta el séptimo juego, donde los Dodgers demostraron una entrega y valentía dignas de verdaderos héroes del deporte.
De acuerdo con el calendario oficial, la serie se trasladó a Toronto cuando los Dodgers sumaban dos victorias frente a tres de los Blue Jays. Todo parecía indicar que el conjunto canadiense, al jugar en casa, se coronaría sin mayores dificultades; sin embargo, ocurrió lo inesperado: los Dodgers triunfaron en territorio canadiense y se proclamaron campeones de la Serie Mundial.
En conclusión, a Toronto le faltó ímpetu, mientras que los Dodgers mostraron coraje, determinación y una pasión que los llevó a alcanzar un título memorable. Sin duda, un cierre excepcional para una temporada que exaltó la grandeza del béisbol.
