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Una jueza de control desechó la solicitud de cambio de prisión preventiva a domiciliaria para la mujer de 74 años acusada de homicidio calificado
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La historia de Carlota “N”, la mujer de 74 años que permanece tras las rejas tras defender su hogar, ha vuelto a encender el debate sobre la falta de humanidad en el sistema de justicia mexiquense.
Este jueves, una jueza de control del Distrito Judicial de Chalco negó sustituir su prisión preventiva por arresto domiciliario, pese a las pruebas médicas que acreditan su deteriorado estado de salud.
Durante una audiencia maratónica de más de seis horas, la defensa presentó cerca de 70 pruebas documentales, entre ellas informes del ISSSTE que advierten que la interna padece diabetes mellitus no controlada, con riesgo de complicaciones severas. “Mi madre se está consumiendo lentamente. Cada día necesita el doble de insulina para sobrevivir. Pedimos humanidad, pero recibimos tecnicismos legales”, denunció Arturo Santana, hijo de la acusada y exdiputado federal.
Sin embargo, la jueza desechó los argumentos con base en dos razones: presuntas inconsistencias en el domicilio ofrecido para el arraigo y la improbable posibilidad de que la mujer “pudiera obtener objetos bélicos” estando fuera del penal.
El razonamiento provocó molestia entre los asistentes, pues se trata de una anciana con problemas de movilidad y visión.
El caso se originó el 1 de abril, cuando Carlota y dos de sus hijos acudieron a un inmueble del fraccionamiento Ex Hacienda de Guadalupe, en Chalco, reclamando su propiedad. Según la Fiscalía estatal, durante un altercado con los ocupantes, la mujer habría disparado contra un joven de 19 años, causándole la muerte. Su defensa sostiene que fue un acto de legítima defensa frente a invasores relacionados con un grupo dedicado al despojo de viviendas.
Los informes médicos recientes establecen que la adulta mayor requiere 22 unidades diarias de insulina glargina, una dosis que refleja la gravedad de su condición. A ello se suman los riesgos propios del encierro, como infecciones recurrentes y falta de atención médica especializada.
