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Por Lengua larga
¡Ay, mis chintololos! Que me cuentan que la huesuda ya anda rondando por los pasillos de la alcaldía Azcapotzalco, afilando la guadaña y soltando risitas porque dice que ahí hay más muertos que en el panteón de San Isidro.
Y no, no hablo de los difuntos… hablo de la gestión de Nancy Núñez, que nomás no levanta ni con mariachis en la explanada. Dicen los empleados que la alcaldesa trabaja menos que aire acondicionado en invierno, y que su equipo está más dividido que operación de tercer grado: unos con ella, otros contra ella, y los demás esperando a ver quién les firma la quincena.
Pero entre tanto bostezo administrativo, empezó a sonar un nombre que trae revuelo en los pasillos: Azucena Narváez, la mera mera del Jurídico y Gobierno, quien sin hacer tanto alarde, se anda ganando el respeto de los que todavía creen que gobernar no solo es salir en la foto.
La flaca me chismeó que pasó por ahí y escuchó el rumor:
—Dicen que Azucena podría ser la próxima que agarre las riendas chintololas…
Y la huesuda soltó una carcajada:
—¡Pues ya era hora, porque esta alcaldía parece velorio sin café!
Mientras Nancy sigue desaparecida (quizá meditando su próximo “día libre”), Azucena se mueve, teje acuerdos, acomoda piezas y hasta los reportes salen firmaditos y a tiempo —cosa que en esa oficina ya parecía leyenda urbana—.
Así que no se sorprendan, mis lectores huesudos, si en unos meses la vean más arriba, porque como dicen en Azcapo: “cuando una trabaja y la otra presume, el pueblo solito decide a quién le prende la vela y a quién le apaga el foco”.
La muerte ya tomó nota, y antes de irse dijo:
—A Nancy me la llevo al spa del más allá… y a Azucena, la dejo en campaña.
