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Ciudad Desquiciada

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Por Eduardo López Betancourt

En varias ocasiones la metrópoli se ha visto severamente afectada con bloqueos de transportistas. Al final de cuentas, tales actos producen daños irreparables, sobre los cuales es indispensable tomar medidas.

Es verdaderamente lamentable que, en una gran ciudad, sin mayor respeto, “grupos de protesta” tomen vialidades para exigir cumplimiento de diversas prestaciones a las autoridades.

De pronto porque ha desaparecido una persona, deciden sin más, impedir el tránsito de una importante vialidad, para nada les importa el drama que pueden ocasionar, por ejemplo, de bloquear el paso de una ambulancia o bien de un trasporte policiaco para atender un hecho grave y, más aún, el de que un carro de bomberos pueda lograr llegar al destino donde se reclaman sus servicios.

En fin, serían interminables las razones por las cuales se hacen actos que, verdaderamente, causan graves perjuicios, no solo en lo material, sino inclusive en el tema de la salud de las personas. El gobierno parte del hecho de que es incorrecto limitar la libertad de expresión y también el derecho de petición, lo que resulta verdaderamente preocupante es que nos enfrentemos a dos valores, al que le asiste la razón a un grupo y el que se refiere al beneficio de toda la sociedad. Es conocido el tema sobre el Estado de necesidad, por lo cual, ante dos derechos, se debe sacrificar el menor, para salvaguardar el mayor. El derecho de petición, la exigencia que se hace a las autoridades, debe ser estrictamente valorado, defendido y exigido, pero sin afectar a los más. Por tanto, los manifestantes, los que protestan, si desean manifestarse, que lo hagan, solo ocupando un carril de una avenida o, tal vez, en lugares públicos que se encuentran disponibles, como puede ser el Zócalo capitalino.

El caos que producen movimientos como los recientemente señalados, es indispensable evitarlos a como dé lugar. Debemos transitar al mundo del derecho, a lo esencial de la justicia y, es por tanto, que la autoridad debe ser consecuente para garantizar el bienestar de toda la colectividad. Bajo ningún concepto es admisible que continúen estos eventos, que causan trascendentales daños, insistimos, en lo humano y en lo material. De ninguna manera deberá permitirse que vía alguna se vea afectada.

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