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La localidad gobernada por Ana María Castro en solo ocho meses contabilizó más de 670 robos de vehículos y autopartes, además de cientos de asaltos a las familias
Mario López
GRUPO CANTÓN
La inseguridad sigue siendo el principal problema en el municipio de Tultitlán que hoy gobierna Ana María Castro. Localizado en el Valle de México, vecinos, comerciantes y transportistas coinciden: los asaltos, la falta de patrullaje y el deterioro urbano han convertido a Tultitlán en una zona donde el miedo se volvió parte de la vida diaria.
De acuerdo con cifras oficiales, durante los primeros ocho meses del año se registraron más de 670 robos de vehículos y autopartes, además de más de un centenar de asaltos a transportistas, lo que coloca a Tultitlán entre los municipios más peligrosos del Estado de México. Las colonias Buenavista, Fuentes del Valle, Cartagena y Lechería concentran los mayores índices delictivos.
A esta situación se añade la falta de alumbrado público, calles en mal estado y basureros clandestinos, factores que agravan la percepción de inseguridad. Comerciantes señalan que los robos y extorsiones se han vuelto frecuentes y que las denuncias ante la policía municipal “no prosperan”.
Según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI, el 63.2 % de los mexicanos considera que vivir en su ciudad es inseguro. En el Estado de México, Tultitlán figura entre los siete municipios con peor percepción ciudadana. Además, la confianza en la policía preventiva municipal es baja: solo 48.1 % de la población considera efectivo su desempeño.
Analistas destacan que “el impacto social es evidente: menos personas salen de noche”, los negocios cierran temprano y la desconfianza hacia las autoridades aumenta. Habitantes aseguran que las patrullas son escasas y que los operativos “solo aparecen cuando hay cámaras”.
Por lo anterior, la ciudadanía pide resultados concretos y mayor coordinación entre los tres niveles de gobierno. Mientras tanto, la inseguridad sigue marcando el ritmo de vida en Tultitlán, “un municipio que exige acciones más allá del discurso”.
