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Por Ana María Vázquez

@Anamariavazquez

Al pie del puente quedó su bolso con su perfume y el celular, una chamarra y unos zapatos negros de tacón. Yusvely, de apenas 20 años se arrojó de un puente en Puebla, en su último post, relató abuso sexual, y lamentaba haber sido una carga para “mami”, la joven había mostrado señales claras de depresión y había manifestado a su novio su intención de quitarse la vida. El plan de ese día incluyó, antes del hecho, la cita a un casting de modelaje.

Mexicali, un menor de 9 años, huérfano de padre y abandonado por su madre, se suicida en casa de su tía, que lo tenía de acogida.

Según el INEGI, la tasa de suicidios en el país se incrementó más de 6.8% el año pasado y se consuma más en hombres que en mujeres; abarcan desde la adolescencia hasta la juventud temprana, aunque por supuesto, los niños no están exentos. Apenas el 10 de septiembre fue el Dia Mundial contra el suicidio, en México es la segunda causa de muerte, pero cada intento fallido, cada pensamiento, cada punto de dolor no atendido, no pueden contabilizarse.

Hablar de estos temas no es fácil, más allá de la nota roja, el respeto que requieren estos temas, más allá de la condena a quien “lo logró” o a quién no, como sociedad deberíamos centrarnos primero en el profundo dolor y la desolación que invaden a un ser humano que, sin importar la edad, elige el método más drástico para quitarse el dolor del alma, la entrada a un oscuro pozo del que no se ve salida ni se encuentra ayuda.

La empatía debería ser la primera regla para tratar estos casos pero desafortunadamente la nota roja vende más que un estudio serio, evitar la revictimización y ofrecer ayuda urgente tanto a las familias como a los protagonistas de esa “noche oscura del alma”, pero tampoco se hace, y ante lo inevitable, la carga de culpa que queda en los cercanos es el grillete que deben cargar junto con las preguntas no respondidas: ¿por qué no lo ví?, ¿por qué no hice nada… un eterno ¿por qué? que queda sin respuesta.

La Línea de Vida 800 911 2000 ofrece servicio gratuito 24 horas los 7 días de la semana pero no es suficiente, habría que entender que un grito de ayuda, no es un chantaje, ni un berrinche que se remedia con un “ya se le pasará”, habría que escuchar más y de verdad a los que están en nuestro entorno y quizá, solo quizá, aquel que está en el oscuro pozo, pueda ver en un momento la mano amorosa que le dice: “hoy no, busquemos ayuda”

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