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Por Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres
LA CARRERA MÁS IMPORTANTE
El corte del listón no solo inaugura el Gran Premio de México, también da continuidad a la carrera más importante de la Ciudad de México: la de su seguridad.
En una pista donde la precisión define el resultado, la capital corre con estrategia, inteligencia y coordinación. La Fórmula 1 es el escenario visible, pero detrás de cada vuelta hay otro circuito —el de la seguridad ciudadana— que opera con la misma exigencia de una escudería profesional.
El verdadero podio no está al final de la pista, sino en la confianza que genera mantener la calma en medio de la velocidad.
Diez años de albergar el Gran Premio son logro institucional. Y esto es una gran motivación, como definió la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, al inaugurar el Gran Premio, junto con el presidente de la Fórmula 1 CDMX, Alejandro Soberón.
El Pabellón de la CDMX en el Autódromo Hermanos Rodríguez es el punto de partida para proyectar historia y presente. En las inmediaciones, un operativo de seguridad con casi 4 mil policías y más de 400 patrullas —apoyadas por la unidad móvil del C5, ubicada en la Puerta 6— garantizan un evento seguro, como lo ha sido en otras ediciones con saldo blanco.
Mientras los pilotos afinan motores, la ciudad precisa logística. Desde los pabellones del Autódromo hasta los corredores turísticos y las avenidas que conectan con la zona, la coordinación entre dependencias refleja una visión integral: seguridad como sinónimo de libertad. La F1 no solo llena hoteles y restaurantes, llena también el espacio público de certeza traducida en inversión, turismo y reputación.
La CDMX disputa cada día su Gran Premio: la competencia por la seguridad. No hay trofeos, pero sí resultados que se sienten en las calles. Los pabellones del evento —deportivos, turísticos, culturales— son metáfora de esa diversidad de frentes donde la capital corre por la confianza.
El gran premio es la seguridad.