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Por Eduardo López Betancourt
Habilidad política
La labor de un académico siempre se orienta a lograr que sus enseñanzas influyan de manera significativa en quienes, con el tiempo, asumen grandes responsabilidades sociales. Tengo el orgullo de haber contado con alumnos destacados por su talento indiscutible; entre ellos se encuentra Leonel Godoy, diputado con una trayectoria ejemplar de la que me siento profundamente orgulloso. Ha sido legislador en diversas ocasiones y, lo más relevante, gobernador del estado de Michoacán, donde demostró habilidad política, capacidad de gestión, dominio en la atención de conflictos sociales y dejó una huella recordada con respeto y afecto.
Es un discípulo que constituye ejemplo de virtudes. Como docente, me complace saber que varios de mis estudiantes han dejado huella en la vida pública, confirmando que la función del magisterio consiste en formar personas íntegras, capaces de realizar un trabajo trascendente en beneficio de la sociedad, alejados de prácticas indebidas que pudieran convertirlos en objeto de reproches o, peor aún, en señalados por corrupción.
Leonel Godoy es uno de los muchos alumnos que me hacen sentir que su paso por las aulas no fue en vano. Tuve oportunidad de conocerlo, acompañar la consolidación de su talento y admirar su claridad de pensamiento y expresión. Hoy, desde la Cámara de Diputados, estoy convencido de que volverá a demostrar lo que significa ser un político útil para México. No tengo duda de que será valorado para asumir nuevas responsabilidades, pues cuenta con un entorno favorable y la preparación necesaria para alcanzar lo que legítimamente merece, siempre en beneficio de la Nación. Mi reconocimiento a Leonel Godoy por enaltecer con su trayectoria a la Universidad Nacional Autónoma de México, institución que le otorgó los más altos honores académicos.
A lo largo de mi carrera como profesor he tenido la fortuna de ver a muchos de mis discípulos ocupar cargos relevantes: secretarías de Estado, gubernaturas, no menos de diez en distintas entidades federativas, e incluso la representación de hijos de presidentes. Aunque aún no he tenido el privilegio de contar con un alumno en la primera magistratura del país, me satisface que varios de mis exalumnos hayan dejado una huella significativa en la vida política de México.