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Correctos señalamientos presidenciales

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Por Eduardo López Betancourt

Para combatir corrupción

Desde que la Dra. Claudia Sheinbaum llegó a la Silla Presidencial, sus pronunciamientos han sido claros. Ha marcado distancia frente a la corrupción y ha precisado que no la tolera; evidentemente, la rechaza. En su último planteamiento denunció 36 años de corrupción neoliberal, es decir, seis sexenios previos a 2018, comenzando con Miguel de la Madrid. Su aseveración es cierta y, en lo personal, la comparto.

La corrupción ha resultado patética para la Nación. Aun antes de Miguel de la Madrid ya se decía que, cada sexenio, aumentaba la cantidad de multimillonarios que, al concluir su cargo, gozaban de fortunas incalculables. Incluso quienes desempeñaban puestos modestos lograban acumular riquezas desproporcionadas. Se llegó a afirmar que México era tan grande que soportaba tanta inmundicia. Basta recordar el caso de Miguel Alemán y su círculo cercano, muchos de los cuales mantienen hasta hoy fortunas obtenidas de manera cuestionable. No puede olvidarse tampoco al profesor Hank González y su célebre frase: “Político pobre es un pobre político”, lema que, junto con una larga lista de pillos, dañó gravemente al erario.

Lo cierto es que la Presidenta parece decidida a combatir esa lacra, aunque la tarea no será sencilla. Aún hoy existen políticos en funciones que poseen grandes riquezas cuyo origen es, cuando menos, dudoso. Este será el desafío que enfrente la Doctora Sheinbaum: cómo acabar con tanto personaje astuto que, dentro de la propia 4T, pretende presentarse como “blanca paloma”. Tal vez el mecanismo más adecuado sea iniciar la limpieza en casa. Pero insistimos: ¿existirán las condiciones para hacerlo? ¿Habrá suficiente valor para erradicar el cáncer que todavía corroe al sistema?

La mandataria deberá seleccionar con sumo cuidado a quienes la acompañen en esa magna y heroica tarea. Como nunca antes, el País exige eliminar ese lastre, visible en múltiples ámbitos. La corrupción no consiste únicamente en enriquecerse ilícitamente; tan grave como ello es la ineptitud, que provoca daños irreparables. Quien acepta un cargo para el que no está preparado resulta, incluso, más nocivo que aquel que simplemente roba. Por ello, será indispensable elegir a los mejores, aun cuando no se trate de personas cercanas, queridas o afines ideológicamente.

Apoyemos, en consecuencia, el pronunciamiento presidencial.

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