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Por Ricardo Sevilla
La escena es aparentemente trivial, pero su significado político es profundo: Adán Augusto López Hernández, coordinador de senadores del partido Morena, fue captado in fraganti observando el partido de fútbol Barcelona vs. PSG en su tableta, mientras en el pleno del Senado se desarrollaba la comparecencia del Secretario de Hacienda, Édgar Amador Zamora.
Este hecho, ocurrido ayer durante una sesión de alta relevancia económica y fiscal para el país, desató una catarata de críticas que trasciende lo anecdótico.
Y ojo con esto: no es que ver el fútbol sea malo; lo que enoja y desconcierta es que el senador estaba en horas de trabajo. Eso por un lado.
Pero lo que impacta realmente es la indiferencia absoluta ante el deber en un contexto de alta sensibilidad social y económica.
Le digo por qué: López Hernández, una figura central dentro de ese partido político y un actor clave en la coordinación legislativa, tiene la responsabilidad –al menos teórica– de guiar a su bancada y prestar la máxima atención a los asuntos de Estado.
Pero parece haberle importado un cacahuate.
Su distracción en un momento tan importante —la rendición de cuentas del responsable de las finanzas públicas— es, desde mi punto de vista, un desplante de desprecio hacia el proceso legislativo y, peor aún, un desdén ante la ciudadanía que observó.
A López Hernández parece no inquietarle nada.
Y eso es curioso. O anómalo. Y es que, recientemente, Adán ha estado bajo escrutinio por asuntos de seguridad pública.
La orden de aprehensión contra Hernán Bermúdez Requena, alias “Comandante H.” o “El Abuelo” —quien fuera su Secretario de Seguridad en Tabasco y es acusado de ser cabecilla del grupo delictivo “La Barredora”—, ensombrece la imagen de López Hernández.
¿Ya vio las portadas de hoy? ¡Senador de Morena ignora a Hacienda por la UEFA! ¡Qué vergüenza!
La imagen del curul convertido en palco privado es el símbolo más crudo de la banalidad del poder que padece México.