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En el arranque de semana una fuga de aguas residuales en el Cárcamo “Villada” desbordó el espacio bloqueando por horas la conexión mexiquense con la CDMX
REDACCIÓN
En Chimalhuacán, la mañana del lunes, el oriente del Valle de México, quedó sumido en un verdadero caos, tras la ruptura de tuberías en el Cárcamo “Villada”. El desperfecto provocó que miles de litros de aguas negras se desbordaran sobre el Bordo de Xochiaca, una de las principales arterias de conexión hacia la Ciudad de México.
La escena era desoladora: carriles cubiertos de líquidos fétidos, automovilistas atrapados sin poder avanzar y un olor pestilente que invadió los alrededores, durante varias horas, la vialidad fue prácticamente intransitable. La fila de autos se extendió por kilómetros y, mientras tanto, el transporte público sufrió un colapso inédito: unidades que usualmente hacían recorridos de 40 minutos tardaron hasta dos horas en llegar a destino.
El impacto no se limitó a la movilidad. Los escurrimientos alcanzaron banquetas y calles cercanas, contaminando zonas peatonales y poniendo en alerta a las familias de colonias colindantes.
“Es un riesgo para todos, especialmente para los niños. El olor es insoportable y ya vimos cómo el agua sucia corre frente a nuestras casas”, relató Ana López, vecina de la zona.
Otro residente, Julio César Mendoza, expresó indignación: “Llevamos años pidiendo que arreglen el cárcamo. Siempre dicen que ya lo van a atender, pero solo mandan cuadrillas a medio reparar. Ahora estamos pagando las consecuencias. No es solo el tráfico, son enfermedades lo que se viene”.
La Comisión del Agua del Estado de México (CAEM), junto con personal de los organismos de Nezahualcóyotl y Chimalhuacán, implementó operativos de emergencia para drenar la vialidad y sellar la fuga. Sin embargo, técnicos advirtieron que las labores podrían prolongarse varios días debido al deterioro de la infraestructura.
Vecinos recordaron que los rebases de aguas negras en el Bordo de Xochiaca, son cada vez más frecuentes y que, pese a las denuncias ciudadanas, el mantenimiento es reactivo y nunca preventivo.
El Bordo de Xochiaca, históricamente saturado por su alta carga vehicular, quedó convertido en un embudo de contaminación y enojo ciudadano.
La emergencia reveló, una vez más, la fragilidad del sistema de drenaje en el Estado de México y la urgencia de invertir en obras que garanticen movilidad segura y condiciones sanitarias adecuadas para millones de habitantes.
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