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Por Salvador Guerrero Chiprés
Para el bien común
Las vacunas no son capricho médico ni moda pasajera. Son el resultado más visible de la ciencia aplicada al bien común.
Dos visiones opuestas evidenciadas esta semana. En la Ciudad de México, la Jefa de Gobierno Clara Brugada dio inicio a la Semana Nacional de Salud Pública y a la Jornada de Vacunación contra el sarampión.
En Estados Unidos, el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., reitera mensajes antivacunas en el caso del Covid, cuestiona la legitimidad de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y sostiene la suficiencia de la inmunidad natural.
El contraste es grande: mientras en la capital mexicana se defiende la vacunación como derecho universal y obligación social, en el país hegemónico un funcionario pone en duda la base misma de la salud pública contemporánea.
La Organización Mundial de la Salud advierte que basta con que una comunidad baje su cobertura de vacunación por debajo del 95 por ciento para que los brotes de sarampión resurjan. Y ya ocurre. En 2023, Europa reportó más de 30 mil casos, con un incremento de casi 30 veces respecto al año anterior. Estados Unidos, que había declarado la eliminación del sarampión en 2000, enfrentó brotes recientes en Florida y Texas.
Desde la capital nacional se retoma el impulso de la prevención sanitaria con el despliegue de vacunas en kioscos, planteles escolares y centros de salud. Brugada lo resumió: la vacuna significa garantizar que nadie enferme, y si alguien llega a contagiarse, pueda tener respaldo hospitalario.
La Semana Nacional de Salud Pública es, por eso, más que una jornada médica: es un posicionamiento político. Vacunar no es solo aplicar biológicos, representa enviar un mensaje de confianza en la ciencia, de solidaridad comunitaria y de responsabilidad institucional.