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Por Ricardo Sevilla
Marco Rubio se comporta de manera amenazadora, una y otra vez.
Ayer, frente al canciller Juan Ramón de la Fuente, reconoció que Estados Unidos había lanzado un ataque letal contra un barco con drogas procedente de Venezuela, que navegaba, según Rubio, en aguas internacionales.
Lo que omitió decir el secretario de Estado de Estados Unidos es que ese ataque, en aguas del Caribe, dejó 11 muertos.
Lo que asombra, pasma y hiela la sangre, es la arrogancia de Rubio, la frialdad con la que se alza de hombros ante un ataque que terminó con vidas humanas.
Su explicación es pobre y recalcitrante: dice que se trataba de “narcoterroristas”. Y que lo más asombra es haberlo escuchado decir que Estados Unidos lo volvería a hacer porque eso fue lo que prometió Trump en campaña.
Pero no seamos ingenuos: esto va más allá de un simple acto de combate al narcotráfico.
El uso del término “narcoterroristas” por parte de Rubio para justificar el ataque deshumaniza a las víctimas y simplifica un conflicto con raíces profundas. La administración de Donald Trump, con promesas de campaña de mano dura, utilizó este tipo de retórica para legitimar acciones militares unilaterales, sin rendir cuentas por sus consecuencias.
El comportamiento de Marco Rubio ejemplifica la banalización de la violencia y la deshumanización del enemigo. Al catalogar a los fallecidos como “narcoterroristas”, el discurso político crea una categoría moralmente inferior que justifica su eliminación. Este proceso de alterización (hacer del otro un “otro” radicalmente diferente y por tanto prescindible) permite a los líderes políticos distanciarse de las consecuencias humanas de sus decisiones.
La indiferencia de Rubio, y del gobierno que representa, ante la muerte de 11 personas es un claro reflejo de esta desconexión emocional, un síntoma de una élite política que opera bajo una lógica de poder en la que la vida humana tiene un valor subordinado a los intereses geoestratégicos.
Y la pregunta se hace necesaria: ¿Fue un ataque legítimo o una masacre en el mar? Pareciera ser la despiadada justificación de un ataque letal.