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Comerciantes denuncian que el 70% de los negocios han sido víctimas de robos en el último año sin que la Guardia Civil logre contener la ola delictiva
REDACCIÓN
GRUÓ CANTÓN
El inicio de jornada de martes en colonia de Loma Bonita de Tecámac, se convirtió en pesadilla cuando dos sujetos armados irrumpieron en una verdulería familiar y desataron un violento asalto.
Los delincuentes atacaron a Felipe, un joven empleado que intentó impedir el robo, golpeándolo brutalmente en la cabeza con la cacha de una pistola, mientras exigían el dinero en efectivo que apenas comenzaban a reunir.
El saldo: un trabajador con trauma craneoencefálico y una comunidad aterrada.
La escena transcurrió a plena luz del día y a escasos metros de un centro de salud del IMSS, sin que una sola patrulla de la Guardia Civil apareciera para disuadir o intervenir.
“Mi muchacho solo quiso protegernos y lo dejaron bañado en sangre. Nadie nos ayuda, estamos solos”, narró con enojo don Cris, dueño del local, quien denunció que la autoridad municipal jamás aparece cuando se les necesita.
Los testimonios se repiten entre vecinos y comerciantes. Una residente de la zona lo resumió así: “Cuando llamamos al 911 siempre es lo mismo: llegan después de una hora, hacen preguntas y se van. Mientras tanto, los rateros pasean con total tranquilidad”.
La tardanza en la atención médica también agravó la indignación, pues fueron los propios habitantes quienes auxiliaron al herido y coordinaron su traslado al hospital.
De acuerdo con la cámara de comercio local, siete de cada diez negocios en Tecámac han sufrido algún tipo de asalto en el último año, una cifra que ilustra la vulnerabilidad cotidiana. Los afectados responsabilizan directamente a la Guardia Civil, cuya presencia, dicen, se limita a operativos de imagen en el centro del municipio, mientras colonias como Loma Bonita permanecen abandonadas.
El atraco no es un hecho aislado sino parte de una constante: comercios saqueados, trabajadores agredidos y familias que viven con miedo.
Para los pobladores, la violencia se ha convertido en rutina y la ausencia de las autoridades en complicidad tácita. “Ya no creemos en los discursos, queremos seguridad real”, sentenció un comerciante, reflejando el clamor de una comunidad que se siente desamparada y en manos de la delincuencia.
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