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Por Eduardo López Betancourt
Guerrero, nuestro Estado, posee una historia rica en patriotismo, cultura y belleza. Por ello, resulta incomprensible el alto grado de ingobernabilidad que hoy lo aqueja. Más de tres millones y medio de habitantes enfrentan pobreza, falta de planes de desarrollo y, lo más alarmante, una creciente inseguridad.
El Producto Interno Bruto estatal es de 143 mil millones de pesos, lo que nos coloca en el lugar 24 de los 32 estados de la República.
Nuestra economía depende principalmente de la agricultura y la ganadería, sectores hoy olvidados. El turismo, que alguna vez fue motor de desarrollo, se encuentra en decadencia.
El índice de alfabetización en Guerrero es del 83 %, ubicándonos en la posición 28 del país. La escolaridad promedio apenas alcanza los 8.5 años, lo que nos relega al penoso lugar 29 de 32.
En cuanto a seguridad, Guerrero registra una de las tasas de homicidios más altas del país: 45 asesinatos por cada 100 mil habitantes.
La pobreza alcanza niveles preocupantes: el 60 % de la población vive en condiciones de carencia. La infraestructura se reduce, en su mayoría, a caminos vecinales; no existe un plan serio de industrialización.
Pese a ser una de las entidades que más visitas presidenciales ha recibido, primero Andrés Manuel López Obrador y ahora Claudia Sheinbaum Pardo, los apoyos federales se han diluido ante la evidente ineficacia del gobierno local. Todo intento de progreso termina en un rotundo fracaso.
A esta incapacidad, se suma una corrupción descarada y una frivolidad alarmante. Hoy Guerrero vive bajo un gobierno de facto. La titular del Ejecutivo local actúa obediente bajo los designios de su padre, evidenciando un nepotismo sin pudor: la pareja sentimental administra contratos públicos a plena luz del día, mientras que el cuñado dirige el Congreso local.
Vivimos una descomposición institucional como nunca antes vista en nuestra entidad suriana.
Guerrero urge de un cambio real: gobernantes con sentido de responsabilidad, capacidad probada y, sobre todo, con honestidad incuestionable.