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Por Jorge Gómez Naredo
@jgnaredo
El 9 de diciembre de 2005, Carlos Loret de Mola -desde su noticiero matutino en el Canal de las Estrellas- anunció una bomba mediática: la transmisión en vivo de la supuesta captura de dos peligrosos secuestradores.
En 2005, el secuestro era el delito más temido por la sociedad: provocaba pánico y las noticias al respecto generaban conmoción. Por supuesto, aquella transmisión en vivo tuvo un impacto resonante en la percepción pública.
Loret de Mola se consolidó entonces como un periodista de alto perfil, y la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones (AFI), como una corporación policiaca eficiente. Su director era Genaro García Luna, quien más tarde sería nombrado Secretario de Seguridad por Felipe Calderón. Años después fue capturado en EU por sus vínculos con el crimen organizado. Hoy cumplen una sentencia en aquel país.
Con el tiempo quedó claro que lo que se presentó como un operativo en vivo fue un montaje: Israel Vallarta y Florence Cassez fueron detenidos el jueves 8 de diciembre, un día antes del “directo”, y no eran realmente secuestradores.
En enero de 2013, tras presión diplomática del gobierno francés —que desde un inicio calificó el encarcelamiento como injusto—, la Suprema Corte de Justicia de la Nación otorgó un amparo y liberó a Florence Cassez. Israel Vallarta permaneció preso.
El encarcelamiento por casi 20 años de Israel Vallarta no sólo expone la injusticia del sistema judicial mexicano, sino también la falta de ética de Carlos Loret de Mola. Fue pieza fundamental en el montaje de Genaro García Luna y, sin duda, cómplice del exfuncionario hoy preso (y sentenciado) en Estados Unidos.
Loret es corresponsable del acto injusto: participó y fue pieza fundamental. No sólo fue cómplice de García Luna sino su socio en esa escenificación. Que eso nunca se olvide. Que esa mancha lo persiga siempre.
