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Por Ricardo Sevilla
Ricardo Salinas Pliego es un personaje oscuro, pese a las luces que lo colman y lo bañan en Televisión Azteca.
El presidente de Grupo Elektra, que sabe que es el dueño de aquellos micrófonos, puede aparecer ante las cámaras de Azteca Uno, Azteca 7, ADN 40 o Fuerza Informativa Azteca.
Puede irrumpir en cualquier foro, incluso, sin avisar.
Al fin y al cabo, Ricardo Benjamín Salinas Pliego, un hombre que el próximo mes de octubre cumplirá 70 años, es el dueño de la concesión. Y de la empresa.
Una concesión que, por cierto, le permite usar, aprovechar y explotar bandas de frecuencias del espectro radioeléctrico con fines comerciales y, obviamente, de lucro.
El fundador y presidente de Grupo Salinas puede pedir a Patricia Chapoy Acevedo, una de sus empleadas consentidas, que lo entreviste.
Pero, si se le antoja, Salinas también puede ordenarle a su patiño preferido, el sonorense Javier Alatorre Soria, que le abra el principal espacio de su noticiero, Hechos.
Entrevistas a modo, desde luego.
Y el dueño de Elektra puede hacerlo porque es el patrón. Y así se refieren a él en las instalaciones de la “televisora del Ajusco”, ubicadas en Periférico Sur 4121, allá por rumbos de la colonia Fuentes del Pedregal.
Salinas se toma todo con calma. No tiene prisa. Tiene tiempo. La concesión todavía le durará un rato, poco más de 17 años.
Y eso se debe a que siempre ha tenido aliados poderosos. Y corruptos. Y, cuando le ha convenido, ha movilizado sus influencias al ritmo del dinero.
En octubre de 2018, por ejemplo, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) renovó la concesión para 179 estaciones de televisión por 20 años más (con vigencia del 1 de enero de 2022 al 31 de diciembre de 2041).
Y ahí, entre las enlistadas, estaba desde luego TV Azteca. Influencias, dinero, conectes.
Pero eso se está acabando. Y eso lo tiene enfurecido.
Este gobierno, que desde el sexenio pasado ha decidido mantener una distancia con él, quiere que pague los 4 mmdp que debe al SAT.
