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Por JUAN R. HERNÁNDEZ
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El Primer Parlamento de las Personas Jóvenes del Congreso de la Ciudad de México se convirtió en un espacio de propuestas frescas y necesarias. Durante la sesión plenaria, se presentaron 10 iniciativas y 8 puntos de acuerdo que abarcaron derechos humanos, salud, educación, género, medio ambiente y deportes.
Entre las propuestas más relevantes destacan las reformas a la Ley de Educación local para impulsar un modelo basado en habilidades y aptitudes, así como la creación de redes colaborativas de inserción laboral y la asignación de presupuestos mínimos para jóvenes. También hubo planteamientos sobre prevención de desapariciones, seguridad en transporte concesionado y horarios escalonados en escuelas y centros de trabajo.
El enfoque en medio ambiente y salud reflejó la preocupación de las juventudes por su futuro: vigilancia ambiental comunitaria y garantizar la decisión informada en salud para adolescentes fueron parte de las iniciativas. Estos temas muestran que las nuevas generaciones no sólo reclaman ser escuchadas, sino que también tienen propuestas concretas.
Sin embargo, el reto será que estas iniciativas no queden en discursos. El Congreso debe comprometerse a darles seguimiento real. La experiencia del Primer Parlamento no puede ser un mero acto simbólico; debe abrir la puerta a una participación constante y vinculante.
Por otra parte, la diputada Xóchitl Bravo, anunció mesas de trabajo mensuales con locatarios de mercados públicos para atender problemáticas históricas de estos centros de abasto. Si bien es un avance, la pregunta sigue siendo si estas reuniones traerán soluciones o sólo serán otro foro de quejas sin resultados tangibles.
En tiempos donde la ciudadanía exige resultados, la política debe dejar de simular apertura. Tanto en el Parlamento Juvenil como en las mesas con locatarios, el compromiso debe traducirse en acciones concretas que respondan a las necesidades reales de la población. Solo así el Congreso capitalino recuperará la confianza ciudadana que tanto le urge.