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Un deslizamiento en el municipio de Tejupilco dejó incomunicadas a 17 comunidades, tras años de advertencias ignoradas por el gobierno municipal
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La madrugada del domingo, un deslizamiento de tierra arrasó con parte del camino que conecta a San José de la Laguna con Suquitila, en el municipio de Tejupilco, dejando incomunicadas a por lo menos 17 comunidades.
El derrumbe, provocado por la saturación del suelo tras días de intensas lluvias, se suma a una falla geológica de larga data que, según los pobladores, nunca fue atendida a pesar de los constantes avisos.
El alcalde Rigoberto López Rivera acudió al sitio acompañado de personal de Obras Públicas y Protección Civil, donde confirmó la magnitud del daño.
Aunque prometió que las labores de limpieza iniciarían en las próximas horas, advirtió que tomará al menos dos días reabrir el paso, pidiendo paciencia a los habitantes. Sin embargo, la realidad para quienes dependen de esa vía es mucho más apremiante.
Para Rosa Martínez, comerciante local, el cierre de la carretera representa una amenaza directa a su sustento. “No es solo una molestia, es nuestra única forma de salir al mercado o llevar a alguien al hospital”, comentó con visible angustia.
Como ella, decenas de vecinos se sienten desprotegidos, no solo por el aislamiento, sino por el miedo de que el cerro continúe cediendo. “Esto puede ir a peor, ¿y si en la próxima lluvia se viene abajo una casa?”, alertó Carmen Solís, vecina de Suquitila.
La molestia también va dirigida hacia las autoridades. Javier Ortega, un residente que ha vivido toda su vida en la zona, lamentó la falta de prevención. “Ese cerro lleva años dando señales, pero nadie hizo nada.
Ahora vienen a tomarse fotos y a prometer lo mismo de siempre”. Otros, como un transportista afectado, denuncian que cada emergencia se convierte en promesa rota. “Vuelven solo cuando hay cámaras, pero las soluciones no llegan”.
La situación se vuelve más crítica con cada hora que pasa. Sin acceso, las comunidades quedan sin abastecimiento, sin acceso a servicios médicos y con el temor de quedar atrapadas ante un nuevo deslave. Mientras las lluvias no cesan, el riesgo se mantiene latente y la incertidumbre crece.
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