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Esperanza más allá de la muerte

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Por Pedro Linares Manuel

Esperanza más allá de la muerte

Hay símbolos que no se explican: se sienten, como un susurro del alma recordando lo que ya sabía. Tal es el caso de la acacia verde, emblema masónico de esperanza imperecedera, que no solo adorna las ceremonias, sino que ilumina el misterio de la vida, la muerte y la trascendencia.

La acacia fue la señal que permitió encontrar el cuerpo del Maestro Hiram Abif, arquitecto del Templo de Salomón. Su presencia, aún verde sobre la tumba, hablaba de un secreto que ni la muerte pudo borrar: la verdad no muere, la virtud no se corrompe, y el alma que trabaja sobre sí misma florece aún desde el polvo.

SÍMBOLO DEL ESPÍRITU INCORRUPTIBLE

Por eso, para la masonería, la acacia no es simple vegetación: es símbolo del espíritu incorruptible, de la resurrección interior, del despertar más allá del ocaso.

Cada vez que un masón coloca una rama de acacia sobre el féretro de un hermano, no está despidiéndose, sino rindiendo homenaje al trabajo cumplido.

Afirma con ese gesto que el sendero de la Luz no termina con la muerte física, sino que se prolonga en otra dimensión donde la conciencia continúa su viaje ascendente hacia planos más elevados.

La acacia verde, con su color vibrante en medio del silencio del cementerio, recuerda al iniciado que todo final es apenas un nuevo comienzo. Nos enseña que la verdadera obra está en el alma: en lo que cultivamos en silencio, en lo que edificamos con virtud, en lo que sembramos en el corazón de otros.

La masonería no teme a la muerte, porque sabe que la muerte no es el fin. La acacia nos lo revela: mientras haya virtud sembrada, habrá luz que brote. Morir no es desaparecer, sino continuar el ascenso en otras cámaras del Gran Templo Universal.

CERTEZA DEL RENACIMIENTO

No es casual que este símbolo esté reservado a los momentos más solemnes de la vida masónica. La acacia no es una flor cualquiera: es la certeza del renacimiento, el emblema de la inmortalidad del alma, y la fe profunda en que la Luz nunca se extingue para quien ha caminado con rectitud.

Representa lo que sobrevive a la corrupción, lo que el tiempo no destruye: la conciencia purificada. Y tú, lector… ¿cuál es tu acacia? ¿Qué parte de ti seguirá viva cuando tu cuerpo repose? ¿Qué luz estás sembrando hoy que pueda reverdecer en el mañana? Que tu vida sea semilla de eternidad.

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