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Por Pedro Linares Manuel
Cuando el silencio enferma generaciones
En el árbol genealógico, hay historias que no se cuentan, pero que se repiten. Uno de los secretos más dolorosos y silenciados son los abusos sexuales dentro del sistema familiar.
Desde la mirada de las constelaciones, un abuso no sanado no desaparece: se transforma en síntomas, bloqueos, enfermedades o patrones repetidos en las siguientes generaciones.
A veces el cuerpo habla lo que la familia calla. Una hija con relaciones caóticas, un hijo con trastornos de ansiedad, una nieta con fobias sin causa aparente… pueden estar expresando el trauma no nombrado de una bisabuela que fue abusada. El alma familiar guarda memoria. Y busca, en su sabiduría, que algo se repare, que se vea, que se reconozca.
DINÁMICA DE LEALTADES
La víctima excluida genera desorden. Y también, paradójicamente, lo genera el victimario oculto. Cuando se niega o justifica al abusador, la familia entra en una dinámica de lealtades inconscientes. Hay nietas que se vinculan con parejas agresivas como forma de “lealtad compensatoria”.
Hay nietos que se aíslan o fracasan, atrapados por la culpa sistémica. Nada es casual: el alma busca devolver el orden.
Un caso frecuente: una joven con miedo constante al contacto físico. En su constelación, se reveló que su tía fue abusada por un familiar cercano, y el tema fue silenciado. Al dar voz y lugar a esa tía, la joven pudo empezar a sentir seguridad en su cuerpo.
Otro caso: un niño con terrores nocturnos, cuya abuela materna sufrió abuso en la infancia y nunca lo expresó. El síntoma del nieto fue el llamado del sistema para mirar lo que fue excluido.
CULPAR O CASTIGAR
Sanar un abuso no es exponer, culpar o castigar. Es mirar con compasión. Dar lugar a la víctima, reconocer el daño, cortar la cadena de repeticiones y restaurar el orden. El perdón no se impone, pero el reconocimiento sí se necesita para liberar el alma del sistema.
El trabajo terapéutico desde las constelaciones permite mirar sin juicio y sanar sin arrastrar. Porque cuando un abuso es nombrado con dignidad, deja de ser un fantasma y puede transformarse en fuerza para vivir.
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