269 lecturas
Por Ricardo Sevilla
Nuevamente, Ricardo Salinas Pliego sale a escena y sienta sobre sus rodillas a su marioneta preferida: “El TÍo Richie”, un personaje creado por él mismo.
El espectador adivina de qué se trata: un espectáculo que combina el drama fiscal con la farsa mediática. Es un numerito sobado y presentado una y otra vez.
La trama es simple: 74 mil millones de pesos en deudas fiscales que el magnate se niega a saldar.
“Me quieren robar mi dinero los gobiernícolas”, grita desde el fondo de su garganta el presidente de Grupo Salinas, y el monigote, “El TÍo Richie”, apenas mueve los labios desde donde asoma una proverbial mazorca que le han granjeado el mote de “El dientes de burro”.
Y es ahí cuando aparece un coro griego muy particular: Ninfa Salinas Sada y María Laura Medina, hija y esposa del protagonista de esta farsa, respectivamente.
Al punto, estas escuderas mediáticas se afanan en pintar a Salinas Pliego como un faro de prosperidad y empleo.
La ironía hace que el público estalle de risa.
Y es que, mientras ellas recitan sus burdas y estudiadas alabanzas, la realidad pinta un cuadro de un realismo distinto: el de un empresario que confunde la generación de riqueza con la elusión de impuestos.
Y, justo cuando el público está a punto de infartarse de risa, el títere y las coristas gritan: “¡Esto es persecución política!”
Y es cuando los espectadores se tornan serios, porque ese chiste no les hace ninguna gracia, y porque saben que la narrativa de la “persecución política” es tan burda como un chiste malo repetido hasta el cansancio, un intento desesperado por victimizarse cuando lo único que se persigue es el cumplimiento de la ley.
Al ver que en la primera fila hay un grupo de mujeres que permanecen serias, Ricardo Salinas Pliego y su monigote se acercan al proscenio y gritan, a un mismo tiempo, como enloquecidos: “perras”, “brujas”, “textoservidoras” o “putonas del bienestar”.
Y esa ha sido, desde el sexenio pasado, la farsa que todos los días representa el dueño de TV Azteca.
