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Vecinos acusan a la alcaldesa de romper con los usos y costumbres del pueblo tras aprobar el Bando Municipal 2025, que prohíbe celebraciones en la vía pública
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La decisión del Ayuntamiento de Mexicaltzingo de prohibir eventos sociales en la vía pública ha encendido el malestar entre vecinos, quienes acusan a la presidenta municipal, Saray Benítez Espinoza, de “romper con las tradiciones” y ejercer el poder de manera autoritaria.
La medida, contenida en el nuevo Bando Municipal 2025, establece sanciones económicas para quienes instalen carpas, lonas o bloqueen calles por celebraciones como bodas, quinceaños e incluso velorios.
El enojo no se hizo esperar. Para los habitantes, esta disposición representa mucho más que una simple modificación legal: es una ruptura con la forma en que históricamente se ha vivido la vida comunitaria.
“Parece que la alcaldesa nunca ha vivido el dolor de perder a un familiar. ¿Cómo nos van a decir ahora cómo despedir a nuestros muertos?”, lamentó María González, vecina de la zona centro, tras conocer que incluso los funerales estarán restringidos a ocupar solo un carril de circulación.

La respuesta en las calles ha sido de incredulidad y molestia. Javier Morales, padre de familia, cuestionó: “Toda la vida hemos festejado así. Si ahora no podemos usar la calle, ¿quieren que vayamos a rentar un salón que cuesta miles de pesos y que no todos podemos pagar?”.
Para muchos, la norma no solo representa una barrera económica, sino un distanciamiento del gobierno respecto a las costumbres del pueblo. Parte de la inconformidad también recae en la forma en que se anunció la decisión.
“Publicaron la advertencia en redes sociales como si fuera una receta, sin convocar a nadie, sin escuchar nuestras voces. Solo quieren imponer su voluntad desde el escritorio”, criticó Rosa Mendoza, comerciante de la comunidad.
Por su parte, la administración municipal ha defendido la nueva norma argumentando que busca preservar el orden, la movilidad y la seguridad de los habitantes. No obstante, voces como la de Carlos Ortega consideran que la solución no está en las prohibiciones: “Podrían establecer lineamientos, permisos con horarios o rutas alternas, pero no cancelar de tajo una tradición de décadas”.
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