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Por Eduardo López Betancourt
Los dos grandes aliados, Donald Trump y Elon Musk, se encuentran actualmente enfrascados en una disputa de serias implicaciones, no solo para ambos, sino también para Estados Unidos, dada la enorme influencia económica de Musk.
Elon Musk fue un factor clave en la victoria presidencial de Trump; su respaldo financiero fue significativo, además de haberse declarado públicamente como simpatizante del Partido Republicano.
El conflicto comenzó cuando Musk aceptó formar parte de un consejo asesor durante el mandato de Trump, lo cual incluso perjudicó algunas de sus empresas. Desde un inicio, se manifestó en contra de la decisión del entonces presidente de abandonar el Acuerdo de París sobre cambio climático. Más adelante, Musk también se opuso al plan fiscal impulsado por la administración republicana. Fiel a su estilo, Trump reaccionó con furia, amenazando con eliminar los subsidios federales otorgados a las compañías de Musk. A partir de ese momento, comenzó una confrontación directa con uno de los empresarios más influyentes del mundo.
Elon Musk no es una figura menor: es fundador de Tesla, líder en la fabricación de automóviles eléctricos; de SpaceX, dedicada a la exploración espacial; de empresas enfocadas en inteligencia artificial; y también es propietario de X, una de las plataformas sociales más relevantes a nivel global. Enfrentarse con él no parece una decisión acertada para un político como Trump.
Recientemente, Musk calificó a Trump como un “ingrato” y criticó duramente el proyecto de ley presupuestaria del expresidente, al que describió como una “abominación repugnante”. Afirmó que esta iniciativa solo agravará el déficit fiscal y podría derivar en una crisis insostenible para el pueblo estadounidense.
Sin duda, esta confrontación ha tenido un impacto negativo en las compañías del propio Musk. Las acciones de Tesla, por ejemplo, han perdido aproximadamente un 20 % de su valor.
Asimismo, otras de sus empresas atraviesan momentos críticos debido a la incertidumbre generada por este enfrentamiento.
El desenlace de este conflicto es aún incierto, pero todo apunta a que sus consecuencias no serán favorables ni para los protagonistas ni para la economía del País.
