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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
REPRESENTA UN GRAVE ERROR
Donald Trump continúa en su misma línea: confrontarse con todos, obteniendo pocos resultados. Sin rumbo claro, genera conflictos innecesarios, lo que ha provocado una disminución en su popularidad. Su nuevo objetivo han sido las universidades, y en particular, ha arremetido contra la histórica y respetada Universidad de Harvard, lo cual representa un grave error. Estas instituciones merecen reconocimiento, pues son pilares del conocimiento, el talento y, en consecuencia, del progreso.
Trump ha prohibido el ingreso de estudiantes extranjeros a Harvard como una aparente represalia, alegando una supuesta falta de colaboración por parte de dicha universidad. En específico, se le ha exigido a esta Casa de Estudios que proporcione información sobre aspectos privados de sus alumnos, en particular de aquellos provenientes del extranjero.
Esta medida resulta injustificada y ofensiva. Uno de los grandes valores de Harvard radica precisamente en su apertura al pensamiento diverso, al análisis serio de todas las corrientes ideológicas y perspectivas académicas.
La universidad alberga a más de 10,000 estudiantes e investigadores de distintas nacionalidades, quienes se ven directamente afectados por esta disposición restrictiva.
Las justificaciones ofrecidas por Trump carecen de fundamento, ya que no existe evidencia alguna de que Harvard colabore con grupos extremistas ni con elementos que representen una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Sus señalamientos constituyen un atentado contra la autonomía universitaria, principio esencial que históricamente ha sustentado la labor académica en las instituciones de educación superior.
La prestigiosa Universidad de Columbia también se encuentra en riesgo de enfrentar restricciones similares, lo que hace suponer que esta será una política reiterativa orientada a limitar el acceso de estudiantes internacionales.
