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Por Juan R. Hernández
Por más que se le busque el lado positivo, el plantón de la CNTE en el Zócalo capitalino ha sido un golpe duro para los comerciantes del Centro Histórico. A una semana de su instalación, las pérdidas ascienden a cerca de seis mil millones de pesos. “Es como una segunda pandemia”, coinciden empresarios afectados. Y es que no se trata solo del Zócalo, sino de una decena de calles aledañas —Madero, 5 de Mayo, Tacuba, Correo Mayor, entre otras— donde el tránsito peatonal y vehicular ha sido reducido a la nada.
Gerardo Cleto López Becerra, del Consejo para el Desarrollo del Comercio en Pequeño, advierte que la disidencia magisterial ha afectado directamente a un polígono de casi 10 kilómetros cuadrados. En nombre de causas legítimas, la CNTE no puede seguir afectando la economía de miles de familias que viven del comercio formal. La protesta no debería ser sinónimo de parálisis económica.
En contraste, en la Alcaldía Tlalpan, otra cara de la moneda se asomó esta semana. La titular Gabriela Osorio compareció ante el Congreso capitalino, y recibió un espaldarazo de Xóchitl Bravo, coordinadora de Morena, quien reconoció que —aunque hay temas pendientes— por primera vez el presupuesto se gasta en lo que la gente necesita y, más aún, se transparenta.
No es poca cosa en tiempos donde la opacidad sigue siendo la norma en varias demarcaciones. La rendición de cuentas debe ser el mínimo exigible, y cuando se cumple, también hay que decirlo.
Mientras el centro de la ciudad resiente la presión de la protesta, en el sur se abre paso la posibilidad de una administración más cercana, más honesta. Dos realidades conviviendo en una misma capital.
