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Por Ricardo Sevilla
La elección que renovará al Poder Judicial sigue avanzando. Y, por lo mismo, los ataques, mentiras y difamaciones contra los perfiles que encabezan las preferencias siguen arreciando.
Lo inédito es que, en esta ocasión, la derecha y la izquierda boutique se han aliado contra dos aspirantes en concreto: Yasmín Esquivel y César Gutiérrez Priego.
No es casualidad.
Ambos encabezan las preferencias en todas las encuestas. Pero ninguno de ellos es afín a la derecha ni a los progres.
Al contrario: ambos han declarado ser simpatizantes del proyecto de Transformación. Es decir: no coinciden con los presupuestos del neoliberalismo. Yasmín y César hablan, con todas sus letras, de “transformar el Poder Judicial”.
Y eso ha enardecido a las élites, tanto a la ultra derecha como a los grupúsculos que, en busca de puestos de poder, pretenden hacerse pasar por la izquierda histórica.
Ambos grupos, que cada vez se muestran más zafios y beligerantes, ven un peligro en que Esquivel y Gutiérrez Priego lleguen a la nueva Suprema Corte.
Esquivel, que ha dado cuenta de su óptimo trabajo en la SCJN, enfrena una campaña sucia que la derecha y la izquierda buenaondita. Pretenden buscarle un vínculo con Salinas Pliego. Lo curioso es que Esquivel, de hecho, fue quien presentó el proyecto que buscó confirmar la sentencia que obligaría a Grupo Elektra a pagar su adeudo de mil 431 millones 466 mil 606 pesos.
La campaña contra César Gutiérrez Priego ha logrado concatenar a los mismos enemigos de López Obrador: la derecha histórica y la izquierda sofista.
En los últimos días, hemos visto como un enjambre de “periodistas” que tienen sus centros de operaciones en la Condesa,
Polanco y Coyoacán salieron, sincronizadamente, a denostarlo.
¿Su pecado? Ser popular y señalar, abiertamente, los vínculos del crimen organizado con Ernesto Zedillo.
Decir de que, en épocas neoliberales, “México extraditó a 29 capos porque aquí la justicia les falló a las víctimas”.
Por eso, Esquivel y Gutiérrez Priego incomodan.