133 lecturas
Por Juan R. Hernández
Este lunes comenzó una campaña electoral sin precedentes en la Ciudad de México. No se trata de elegir jefes de gobierno, alcaldes o legisladores, sino a 137 juzgadores del Poder Judicial capitalino: 98 jueces, 34 magistrados y 5 integrantes del Tribunal de Disciplina Judicial. Es una elección extraordinaria no solo por el tipo de cargos en disputa, sino por las reglas inéditas que la rigen.
El Instituto Electoral de la CDMX (IECM) diseñó un modelo austero, ecológico y totalmente alejado de los esquemas tradicionales de competencia electoral. No habrá espectaculares, ni spots, ni anuncios pagados en redes sociales. Tampoco financiamiento público ni privado.
Las 612 candidaturas tendrán que convencer exclusivamente con su trayectoria, haciendo uso de medios informativos —siempre que no haya pagos de por medio—, redes sociales sin pauta publicitaria y los foros que organice el propio instituto u otros actores. Un modelo contraintuitivo en tiempos donde la imagen y la exposición parecen valer más que la experiencia y la preparación.
¿Funcionará? Esa es la gran incógnita. Pero lo cierto es que este modelo podría convertirse en una ruta alterna para otras elecciones donde lo que está en juego no es el poder político, sino el servicio público con perfil técnico, como en este caso. Que la ciudadanía elija a quienes impartirán justicia, sin propaganda estridente ni derroche, es en sí mismo un acto de madurez democrática.
Y mientras se construye esta elección histórica, la capital también refuerza sus acciones preventivas. En plena Semana Santa, la SSC desplegó su operativo especial “Conduce Sin Alcohol” con puntos de revisión aleatorios en toda la ciudad y en accesos carreteros. La meta: salvar vidas y evitar tragedias. Que el silencio electoral se combine con una conciencia ciudadana que no necesita escándalos, ni espectáculos, sino responsabilidad
