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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
Desde su inicio, el 24 de febrero de 2022, el conflicto entre Ucrania y Rusia ha sido un tema de interés y preocupación en Europa. La invasión rusa a Ucrania, ha causado gran número de muertes, problemas y daños materiales, además, ha traído en vilo a la población mundial.
Volodimir Zelenski ha sido un gobernante ineficaz, siempre en busca de la guerra. Su postura beligerante ha exacerbado el problema y ha entorpecido la búsqueda de una solución pacífica. Lo peor es que, Europa se ha unido a este mal gobernante ucraniano, en lugar de buscar el diálogo y así, la Unión Europea impuso sanciones económicas a Rusia y proporcionó apoyo financiero y militar a Ucrania. Nótese, la crisis económica en Europa ha complicado el respaldo unificado a Ucrania y plantea un riesgo de escalada más allá del “Viejo Continente”; en contraste, Donald Trump ha sido un defensor de la concordia y ha condenado la actitud belicosa de la Unión Europea. Su conducta ha sido aplaudida por aquellos que buscan una solución serena y sostenible.
El conflicto entre Ucrania y Rusia generó unidad en Europa, donde la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial es cada vez más palpable y la necesidad de acción diplomática concertada, más urgente que nunca.
Precisamente sobre esto último, Donald Trump marginó a Zalenski y decidió entrevistarse directamente con Putin, para buscar la paz, algo que sin duda es un hecho histórico, digno de aplauso ya que los gobernantes norteamericanos se han caracterizado por su inclinación a las actividades bélicas en todo el globo terráqueo. Lo cierto es que la paz entre Ucrania y Rusia, es un hecho indiscutible y de gran beneficio para los pueblos involucrados. Tengamos presente, rusos y ucranianos han sido históricamente hermanos y, por tanto, esas relaciones volverán a intensificarse.
Debemos considerar que el siguiente paso de Trump será la paz entre Palestina e Israel.
