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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
Una descalificación es una afirmación que busca desacreditar o restar valor a una persona, grupo o institución. En el ámbito político, las descalificaciones pueden tener consecuencias devastadoras, ya que, generan un clima de polarización y odio.
En el ambiente social, las descalificaciones se aplican de diversas maneras, a través de los medios de comunicación, las redes sociales o la palabra hablada. Una vez que se anuncia una descalificación, es muy difícil de eliminar, queda grabada en la memoria colectiva y se perpetua a través de la repetición.
En materia política, las descalificaciones son utilizadas como herramienta para denigrar a los opo-nentes y así ganar ventaja, por ejemplo, en una campaña electoral. Sin embargo, este tipo de tácticas puede tener consecuencias negativas, como la erosión de la confianza en las instituciones.
En México, ha habido varios casos de descalificaciones políticas, con resultados catastróficos. Tenemos señalamientos a opositores, acusándolos de corruptos o ineficientes, que causan susceptibilidad y rencor hacia los políticos en general.
Es importante destacar que las descalificaciones pueden tener secuelas a largo plazo. Por lo tanto, es fundamental promover un discurso respetuoso y constructivo, que se centre en las ideas y propuestas en lugar de buscar el desprestigio de los oponentes.
Es evidente que varias personas capaces, son motivo de descalificación y al final quien se priva de sus buenos servicios, es la sociedad.
En este renglón, también destaca la publicidad, de pronto a un buen funcionario se le juzga sin razón y lo más grave, se le destituye, dando por resultado que se de-cepcione y abandone su ejemplar carrera.
Sin duda, quien es descalificado tiene derecho y razones sólidas para demandar a los causantes. Insistimos, es sumamente difícil que cuando una intriga se presenta, sea superada fácilmente. Como bien se dice, de la infamia algo queda.