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Por Jorge Gómez Naredo
@jganredo
La oposición en México es clasista, racista y machista. De eso no cabe la menor duda. Lo ha evidenciado cientos de veces, o quizás miles. Por ejemplo, en estos últimos meses hemos escuchado a decenas de personajes de la oposición afirmar que Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta de México, es un “apéndice” de Andrés Manuel López Obrador. Repiten que ella no manda, que “todo se dicta desde Palenque” (donde ahora vive el expresidente) y que no tiene poder de decisión.
Este discurso eminentemente machista, ha sido repetido hasta el hartazgo por prominentes miembros de la oposición política y, especialmente, por sus voceros en los medios de comunicación.
La cuestión es que fuera de la oposición mexicana, Claudia Sheinbaum es vista como una gran lideresa que ha impactado no sólo en México, sino en otras partes del mundo. Así lo evidencian dos hechos.
El primero: La revista Time, el pasado 9 de diciembre, anunció a los finalistas para la persona del año y, en dicha lista, se encuentra Claudia Sheinbaum. Aparece junto a las siguientes personas: Kamala Harris, vicepresidenta de los Estados Unidos y ex candidata a la presidencia de ese país; Kate Middleton, princesa de Gales; Elon Musk, dueño de Tesla y además asesor muy cercano de Donald Trump; Yulia Navalnaya, economista rusa; Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí; Jerome Powell, jefe de la reserva federal de los Estados Unidos; Joe Rogan, comunicador; Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos; y Mark Zuckerberg, dueño de Facebook.
El segundo: la revista Forbes colocó a Claudia Sheinbaum como una de las mujeres más poderosas del mundo, a lado de científicas, políticas, empresarias, comunicadoras, filántropas y tecnólogas.
Así pues, mientras medios extranjeros conceptúan a nuestra presidenta como una persona influente y poderosa, en México, los de oposición siguen con su cantaleta machista de que ella, que dirige a nuestro país, no manda.
Los de oposición no han entendido nada.
