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La declaración del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau en el marco de la reciente reunión del G20 y los posteriores ataques pidiendo la salida del TLCAN de México no pudieron ser más desafortunadas, poniendo como pretexto la importación de autopartes chinas a México, pretende dar un “golpe mediático” para que nuestro país “entre en razón” y cierre la puerta a los chinos; quizá el miedo de los canadienses no sea precisamente el de las autopartes sino otro más profundo, las mineras.
Más del 70% de las concesiones mineras en nuestro país son canadienses, hasta el gobierno de Peña, las concesiones se daban sin supervisión y apenas con una regulación que solo se hacía en papel, el pago por el extractivismo nunca se ajustó a los tabuladores que en principio se firmaron y solo reporta el 1% de las ganancias generadas en el sector. (Tan solo en oro, México es el tercer país con mayores reservas. Oro que sale hacia Canadá y es pagado en centavos) El regalo de los regímenes neoliberales que nos precedieron a las empresas, en este caso, las mineras canadienses provocaron que estas se apropiaran de territorio para continuar depredando, sobre explotación, pésimas condiciones laborales y de alto riesgo para los trabajadores, acaparamiento de agua y reventa de la misma, pero ya contaminada con metales pesados. No solamente Germán Larrea y su emporio se han encargado de deforestar y contaminar territorios, también lo han hecho las canadienses que, desde Carlos Salinas, operan impunemente en nuestro país.
La Ley Minera del presidente López Obrador, intentaba poner un coto y regular esas prácticas y la nueva ley minera fue aprobada (aunque con recortes) en mayo del año pasado, sin embargo, la suprema corte no perdió tiempo en amparar a las empresas que se decían “afectadas”, ¿Cuáles?, principalmente las canadienses y la ley permanece estática hasta ahora.
El segundo piso de la Cuarta Transformación, ahora a cargo de la doctora Claudia Sheinbaum como presidenta ha reafirmado la continuidad de los proyectos, leyes y decisiones que se han hecho desde el gobierno anterior en beneficio de los mexicanos y con el advenimiento de una nueva corte, todos esos amparos otorgados como dulces en confitería tendrán que ser revisados y en su caso revocados.
¿No será realmente que el problema de Trudeau no es precisamente con los chinos, sino con la presión de sus empresarios mineros ante una nueva corte que ya no les beneficiará?
Ana María Vázquez
Escritora/Dramaturga
@Anamariavazquez